martes, 19 de septiembre de 2023

Una aventura extramatrimonial tardía

                                                                                      



Puedo mirar tus ojos y hablar frívolamente,

casi aburridamente, sobre un tema vulgar.

Puedo decir tu nombre con voz indiferente...

y puedo olvidar.

Puedo estar a tu lado como si no estuviera,

y encontrarte cien veces, así, como al azar...

Puedo verte con otro, sin suspirar siquiera.

y no te puedo olvidar.

--J. A. Buesa--



Conocí a un tipo de Monesterio, en realidad era casi amigo, estaba casado pero, ansioso de aventuras extramatrimoniales tardías, no se le ocurrió otra cosa que frecuentar en Madrid discotecas vespertinas y echarse una amante. El muy bobo se creyó George Clooney a los cincuenta... ¿Cómo creéis que acabó la cosa?.. 

Bueno, según el tono de la pregunta que os hago, supongo que habéis acertado en pensar mal. Efectivamente, en poco tiempo se quedó sin amante, sin mujer (que supo del romance) y sin hijos. Además. poco más tarde se fue quedando ciego por una rara enfermedad, así que se vio, el hombre, más solo que la una. 

La última vez que lo vi fue hace unos años. Iba con un bastón, solo y prematuramente envejecido. Le saludé y le auguré (para mis adentros) poca vida. Creo que ya ha muerto y entiendo que muy arrepentido de su estúpida aventura. 

Fijaos, qué curioso, resulta que tipos y tipas con 45 años son los que más se divorcian, ¿Cómo es posible? Pero si yo pensaba que a esa avanzada edad la gente apenas se separaba ya. Incluso siempre creí que imberbes de veinticinco o treinta eran los primeros en romper relaciones.

Claro que, pensándolo bien con cuarenta y pico años se está de lleno en la crisis de los cuarenta, y uno se viene un poco abajo, y entonces saca pecho, mete barriga, se embadurna el pelo con champú anti-canas y sale a la calle creyéndose Richard Gere. Luego pasa lo que pasa, que te pilla la parienta y divorcio al canto.

Digo yo que pasada esa complicada edad y según se acerca uno a los sesenta, ya está todo el pescado vendido, es decir, uno se acopla a la pareja y viceversa. Y no sólo eso, sino que le vemos las orejas al lobo de la soledad y mejor no correr riesgos innecesarios. 

En fin, pensadlo bien l@s cincuentones y sesentones antes de dar el fatídico paso. Acordaos de mi amiguete, y de su estupidez.

Joaquín


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