En
esos horizontes de olvido
la sujeción
de la memoria pierdo
y no sé dónde
empieza lo fingido
y acaba lo real de
mi recuerdo
en esos horizontes del
olvido.
--F. A. de Icaza--
Y dijo Mayte:
“Mi hijo falleció en mis brazos, pero desde el minuto uno en que se fue, yo salí de la habitación del hospital sonriendo, flotando. Después de toda la rabia contenida, salió de mí decir: ¡No vas a ser una madre depresiva!. ¡Vas a ser un ejemplo!. Mi responsabilidad son mis dos hijas, quería que sacaran una lectura positiva de la muerte de su hermano".
"Y cuando murió mi hijo Santi, no hice un sanatorio---continua Mayte---como durante los últimos meses de enfermedad él solo quería ir vestido de futbolista, lo incineramos vestido de la Selección Española. Pero no hice un entierro al uso. ¿Qué cómo se puede lograr superar la tragedia de un ser tan querido? No lo sé, quizás sólo lo pueden explicar una madre y un padre que animan a cambiar la actitud para afrontar el éxito o el fracaso"
Por cierto, el hijo de Mayte, Santi, murió de un cáncer infantil, tenía sólo 5 años de edad. Hoy he leído una entrevista suya, aún cree que su hijo vive; no puede abrazar su cuerpo, pero sí su alma. Espera con ansia que cuando llegue su hora se reencuentren allá arriba, en el cielo..
Os digo una cosa, yo soy de los que se apenan ante pasajes tristes de la vida de los viejos; Me duele contemplar la decadencia imparable de un hombre ante la angustiosa pérdida de su mujer después de décadas inseparables, pero los niños, ¡Ay, los niños! son ángeles que incluso en sus prematuras muertes las entienden ellos como un simple juego. Aún así reconozco que lo de la madre de Santi me llegó al alma y sacudido sin contemplaciones mi sensibilidad.
Santi murió mientras su madre le susurraba su canción preferida al oído. Estuvo con él en el hospital, día y noche sin separarse la eternidad de su sufrimiento..
Joaquín
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