sábado, 24 de diciembre de 2022

Desmontando la Navidad.

                                                                           



Y sentiré en el fondo de mis manos vacías, 

más allá de la bruma de mis ojos huraños, 

la ansiedad de las horas convirtiéndose en días 

y el horror de los días convirtiéndose en años. 

--José A. Buesa--


Os digo una cosa, y perdonad que personalice el artículo,  yo no tengo especiales recuerdos de la Nochebuena ni de la Navidad, en general. O por lo menos no más que otros acontecimientos de mi pasado remoto. Quizás sea un descreído, un desaborido para esto de las celebraciones, o tal vez se deba a mi pésima memoria..

La Nochebuena, como en muchas casas de antaño, no era en la mía noche super-especial y de concurrida reunión familiar como suele pasar ahora, nada de eso, mis padres y mis hermanas y para de contar.

¿Y la cena? Bueno, si, mi madre se esmeraba un poco más de lo habitual. De todas las humildes viandas que se mostraban ante mis ojos, quizás fuera el postre lo que más recuerdo; unas natillas con galletas que ningún año faltaban.

¿Fuera del entorno familiar? pues lo típico de los niños de entonces, mucha pandereta, mucho villancico y muchas figuritas de belén. Por supuesto el árbol ni estaba ni se le esperaba..

En fin, tal vez por todo esto, por no tener referencias entrañables de este día apenas me importe los fastos que hacemos ahora. Si hay que cenar todos, se cena, si hay que degustar de postre una tarta especial, se degusta, si hay que descorchar una botella de cava extremeño para la ocasión, se descorcha, pero que no me pidan entusiasmo, porque va a ser que no..

Por cierto, mi niñez ha sido fabulosa, de mis padres tengo unos recuerdos a morir de amor y aprecio, pero de todo en general, no de este día particular, aunque comprendo que sea especial para muchos..

Va a ser que uno es un soso. Sí, creo que es eso..

Joaquín




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