Decía el filósofo inglés Bernard Shaw : “Sólo una sociedad muy refinada es capaz de inventar estas cosas, y a la vez, ruborizarse de ellas”.. Se refería a la taza del váter. Y es que las cosas de cintura para abajo mejor sobrellevarlas con el mayor recato posible..
Cuando John Arlington (que fue el manitas que perfeccionó este invento del váter a base de palancas y válvulas) le instaló uno a la reina de Inglaterra, sus sirvientas exclamaron.. "¡Es una idea estupenda!"
Aunque a la nobleza les llevó su tiempo aceptar la idea. Seguían prefiriendo el orinal y aquello de: "¡agua va!"., y luego proceder con su vaciado en plena calle.. Porque, ¡claro!, las que tenían que bajar las escaleras de la casa con el orinal a rebosar haciendo equilibrios para no verter una gota, eran ellas, las criadas, y no los petimetres señoritos.
No obstante se impuso la modernidad y ya en 1848 el Parlamento inglés aprobó una disposición mediante la cual se obligaba a instalar inodoros en todas las casas de nueva construcción.. Aquí en España, como siempre, tardamos mucho más..
En fin.
Joaquín
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