Ahora que ya te fuiste, te diré que te quiero.
Ahora que no me oyes, ya no debo callar.
Tú seguirás tu vida y olvidarás primero...
Y yo aquí, recordándote, y sin poder llorar.
--José A. Buesa--
Fueron las risas durante los preparativos y el placer de volver a vernos los miembros de la familia lo más ameno de la tarde. Los niños jugaban de aquí para allá por toda la casa, revoloteando, haciéndola alegre y llena de vida.
Después llegó la noche y fue servida la cena. No faltaba nadie a la cita: abuela, hijos y nietos dispuestos todos a hacer buena cuenta de las viandas. No obstante una silla vacía, virtual silla, sólo visible en la mente de mi madre y en la mía ensombreció la noche, la noche de Nochebuena.
La velada y la sobremesa siguieron alegremente. Continuaron las risas y los brindis, pero yo no lo olvidaba:
No, no lo olvidaba, y esa noche quise recordarlo de una manera especial. Pero le precisaba vital en mi pensamiento, para que pudiera brindar por nosotros y desearnos que el dolor por su ausencia fuera más soportable.
Ya no está aquí, ya no dirige la nave familiar; varada quedó en el mismo lugar que él la dejó. Supongo que me diría si pudiera: "Joaquín, hijo, no sufras, la fiesta debe continuar, el mundo sigue y ésta noche tan especial para vosotros acabará, y vendrán otras".
Pero, permitidme que le diga a mi padre que las especiales mías se acabaron con su muerte.
Mañana empezará un nuevo año y otro más no tendré con quien pasear ni a quién contarle mis cosas, ni ganas de hacerlo; ya le prometí un día que me las reservo para cuando volvamos a vernos allá arriba.
Y debería decirle también, si tuviera la ocasión, que por aquí cada uno va a lo suyo. Apenas alguna vez lo mencionan sus nietos, pero que es normal, son jóvenes y deben hacer su vida, nueva vida.
¿Qué tal mi madre?. Me hubiera preguntado. Bueno, él tiene que saber que apenas lo recuerda ya. Ni a él ni a nadie. Desde que a él le dio por adelantar la partida sin avisar, la dejó tocada. Ya sólo espera reunirse con él cuanto antes.
Así están las cosas por aquí abajo, pero que no se apure por nosotros, esto que os cuento no lo sabe nadie, es más, ni lo sospechan; para el resto de la humanidad la vida sigue y nosotros seguimos siendo una familia feliz, la misma que él dejó cuando se fue. Eso creo, aunque va a ser que no..
Joaquín