miércoles, 17 de abril de 2019

Yo también estuve allí..





Fatigada del baile,
encendido el color, breve el aliento,
apoyada en mi brazo,
del salón se detuvo en un extremo.

Entre la leve gasa
que levantaba el palpitante seno,
una flor se mecía
en compasado y dulce movimiento.

Como en cuna de nácar
que empuja el mar y acaricia el céfiro,
tal vez allí dormía
al soplo de sus labios entreabiertos.

¡Oh, quién así ¿pensaba?
dejar pudiera deslizarse el tiempo!
¡Oh, si las flores duermen,
qué dulcísimo sueño!
(Bécquer)


Debe ser que de vez en cuando, o lo que es lo mismo cada cierto tiempo --que calculo en unos ocho o diez años-- una gran calamidad viene a ensombrecer la cotidianidad de nuestras vidas. Esto nos pasa desde que estamos todos interconectados a través de internet; ya pasó antes con las torres gemelas de Nueva York, siguió con los atentados terroristas de Madrid y continuó con los de París, y hasta ahora, en los que el mundo entero se estremecía ante la visión de las llamas que consumía la legendaria catedral de Notre Dame...
No cabe duda que este luctuoso suceso, tan lamentable, será uno de esos que todos recordaremos mientras vivamos.. Todos sabremos dentro de veinte años dónde estábamos y qué estábamos haciendo ése fatídico día del 15 de abril del 2019 en que ardió por los cuatros costados la catedral más conocida e importante del mundo. Apuesto que nadie olvida el día que cayeron las torres gemelas de Nueva York, ni tampoco la terrible mañana del atentado de Madrid, son noticias universales y tan escalofriantes que quedarán en nuestro imaginario colectivo de por vida...
El espantoso espectáculo de la destrucción de la catedral parisina nos genera una angustiosa duda ¿Estarán seguros nuestros monumentos patrios? ¿Imaginan algo así con el museo Del Prado, con la catedral de Sevilla o con la mezquita de Córdoba?.. Dios no lo quiera, me resisto a pensarlo, siquiera, el disgusto seria horroroso... Y eso que reconozco que lo de la catedral de Notre Dame traspasa fronteras y nos afecta un poco, o un mucho, a todos; tengamos en cuenta que es la iglesia gótica por excelencia; la primera de cierta envergadura que se construyó, y la que sirvió de modelo, por cierto, para todas las que se hicieron después, incluida la de Burgos o la de León..
Y quiero decir con suerte, que yo también estuve allí. A la providencia doy gracias por haberme permitido adelantarme a la destrucción en un par de años.. Sí, estuve allí, en el sitio justo y en el momento adecuado; y la vi, y la toqué, y me enamoré de su soberbia estructura milenaria; le eché unas fotos después y para siempre me quedará en el recuerdo. Mi pena es que me prometí volver; y ahora, después de los acontecimientos, dudo que algún día cuando materiales vulgares sustituyan al noble granito de antaño, puedan ver mis cansados ojos de entonces ésa maravilla otra vez reparada...
El mundo, creo, a pesar de los lloros y de los ruegos y de los lacitos negros de solidaridad, no es consciente de la pérdida a la que ha asistido en directo.. No, porque para eso debería conocer la historia, nuestra historia occidental, y mucho me temo que hasta ahí no llega la mayoría. Si así fuera sabrían que ése lugar y ése edificio son pioneros en la civilización cristiana, que es nuestra base cultural. Si así fuera, sabría de los numerosos actos religiosos y civiles que ha albergado esa catedral, por ejemplo, la coronación de Napoleón Bonaparte junto a Josefina y su obstinación de ser él mismo quien se ciñera la corona de emperador ante su soberbia de creer que nadie estaba por encima de él, o la beatificación de Juana de Arco, por decir solo un para de ellas... Sin ir más lejos, hasta los extremistas jacobinos respetaron durante la Revolución Francesa la sagrada estructura de ésta madre de todas las iglesias..
Notre Dame, o Catedral de Nuestra Señora, en francés, ha sido escenario ficticio donde Victor Hugo ubicó su historia para darle vida al “Jorobado de Notre Dame”, además de otras miles de historias y leyendas.. Y después está el lugar donde se sitúa, justo en medio de la Ille de France, en una islita o meandro del Sena, precioso y rodeado de hermosos edificios y palacios.. Y miren si los franceses le dan importancia al lugar que justo en la puerta de entrada a la catedral está en el “kilómetro cero” de todos los caminos que recorren Francia, que es como decir Europa entera; en fin, algo así como nuestra Puerta del Sol pero a lo bestia, por lo histórico y grandioso...
Dicho queda..
Joaquin Yerga

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