miércoles, 24 de abril de 2019

Eran primos, y los pillaron en la cama, in fraganti

                                                                                         


Del último asilo,

oscuro y estrecho,

abrió la piqueta

el nicho a un extremo:

allí la acostaron,

tapiáronle luego,

y con un saludo

despidióse el duelo.


La piqueta al hombro

el sepulturero,

cantando entre dientes,

se perdió a lo lejos.

La noche se entraba,

el sol se había puesto:

perdido en la sombras

yo pensé un momento:


¡¡Dios míos qué solos

se quedan los muertos!!


En las largas noches

del helado invierno,

cuando las maderas

crujir hace el viento

y azota los vidrios

el fuerte aguacero,

de la pobre niña

a veces me acuerdo.

--Bécquer--



Aprovechando el estado de sopor del marido de su amante (inducido por un somnífero), Santiago subió por el balcón al dormitorio donde dormía y le dio once puñaladas mortales de necesidad. Se dijo que el marido sospechaba ya que su mujer y su primo, Santiago, se encamaban. 

Pero el asesino dejó pistas. Tantas pistas dejó que la policía descubrió el pastel.

Fue un día triste de principios de verano, aquel 23 de junio de 1798. Aquel día fueron ajusticiados a garrote vilMaría Vicenta de Mendieta una bella dama de 32 años y su amante, el joven de 24, Santiago San Juan.. 

María Vicenta y Santiago eran primos, y tramaron asesinar al marido de ella.. El muerto era Francisco del Castillo, exitoso comerciante, amigo personal del jurista y escritor extremeño Meléndez Valdés, nacido en Ribera del Fresno..

Sobre las dos ejecuciones muchos intelectuales estuvieron en desacuerdo con la condena a la esposa; "ella solo fue la instigadora" alegaron, además era mujer. Sin embargo el pueblo llano presionó para que también muriera junto a su amante... Por los mentideros y plazas madrileñas se oía un estribillo que decía: “Si a la plaza no sale la del Castillo pueden ya las mujeres matar maridos”... Ya lo veis, el pueblo llano, jejeje

Por cierto, ¿sabéis cómo mataba el garrote vil? Conste que se inventó para dignificar la muerte de los ejecutados. Hay mil maneras de morir a cual más bestia, desde los fusilamientos a la horca, pasando por la guillotina, la cámara de gas o lapidación en algunos países musulmanes.. ¡Dios mío, morir a pedradas!..

El garrote vil es un instrumento casi de tortura; consiste en sentar el reo en una silla de madera sujetándole la espalda y el cuello con un respaldo rígido.. Un collar de hierro con un tornillo acabado en bola le ciñe el pescuezo.. Según el verdugo va girando y enroscando el tornillo la bola le aprieta el gaznate produciéndose la muerte del desgraciado por dislocación de la apófisis odontóides de la vértebra.

Igual que en cualquier ejecución, aquel día cientos de familias, con sus niños y parientes, llegaron de todas partes a la plaza con bocadillos y sus botas de vino a pasar la mañana, y se deleitaron gozosamente mientras a la desdichada pareja le cortaban el cuello. Sí sí, se deleitaron, y sin pagar entradas.. 

En fin

Joaquín








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