lunes, 15 de abril de 2019

Dos tumbas sin flores...





Bien venga, cuando viniere,
la Muerte: su helada mano
bendeciré si me hiere…
He de morir como muere
un caballero cristiano.
Humilde, sin murmurar,
¡oh Muerte!, me he de inclinar
cuando tu golpe me venza;
… ¡pero déjame besar
mientras expiro, su trenza!
¡La trenza que le corté
y que, piado, guardé
(impregnada todavía
del sudor de su agonía)
¡la tarde en que se me fue!
Su noble trenza de oro:
amuleto ante quien oro,
ídolo de locas preces,
empapado por mi lloro
tantas veces…, tantas veces…
Deja que, muriendo, pueda
acariciar esa seda
en que vive aún su dolor.
… ¡Es que todo lo que me queda
del aquel infinito amor!
Cristo me ha de perdonar
mi locura, al recordar
otra trenza, en nardo llena,
con que se dejó enjugar
los pies por la Magdalena..

--Amado Nervo--

Hay dos tumbas recónditas y misteriosas en dos cementerios distintos de Madrid. A simple vista son comunes, vulgares, sin flores; nada sugiere en ellas que alguien aún recuerda y ama a quienes allí reposan. Pero las dos tienen muchas cosas en común; ambas cobijan en su interior los restos de dos chicas que murieron muy jóvenes, demasiado jóvenes tal vez. 

Las dos sepulturas pasan desapercibidas para el común de los paseantes que transitan por estos apacibles camposantos. No saben, por cierto, que sus moradoras fueron un día ya lejano mujeres amadas profundamente hasta la extenuación por dos grandes hombres.. Luego os cuento..
Reconozco que lo he descubierto tarde; sabía de él sólo por haber leído algo suyo de pasada, y poco más. Se le incluye entre los románticos tardíos como Bécquer. Amado Nervo, que de él quiero hablar, es uno de los mejores poetas en lengua castellana y justo hace ahora un siglo que se nos fue, pero aquí quedaron sus maravillosas poesías para deleite y gozo de los que disfrutamos con sus versos..
Amado Nervo era un mexicano de origen español. Nació en el estado de Nayarit en 1870. Como estudiante de periodismo fue enviado a París como representante especial para cubrir noticias de la Exposición Universal a celebrase allí, en esa hermosa ciudad.. Allí conoció a Rubén Darío del que se hizo amigo intimo, pero sobre todo conoció en el barrio latino y se enamoró hasta las trancas de Ana Cecilia Daillez
Lo suyo con Ana Cecilia fue un amor apasionado y eterno, más allá de vida. La llevó con él allá donde su profesión le requería. Vivieron felices y enamorados hasta el inesperado final de ella. Pero fue un amor secreto no estaban casados; nadie sabia de su idilio...
En 1905 se le ven a los dos por Madrid. Viven en un apartamento del número 15 de la calle Bailen. Él como secretario de la embajada de México, y ella como una misteriosa dama que ni el propio portero sabía de su relación...
Todo se torció un frío día de diciembre de 1911. Ella contrae el tifus y muere prematuramente en sus brazos; él, en espíritu, se va con ella. La triste noche de su muerte sólo él la vela, sólo él la llora y desespera, y ahí surge el precioso poema “La amada inmóvil” que encabeza este artículo... 
Amado vive cuatro años más pero ya sin ganas y dedicado exclusivamente a recordarla en sus poesías. Ana Cecilia fue enterrada en el cementerio de San Lorenzo y San José, justo enfrente de su apartamento. Desde su ventana veía su tumba y a diario le llevaba flores frescas... Hoy pasa por ser una sepultura desconocida y ya desvencijada..
A la joven que yace en esa otra tumba desconocida de la que hablaba al principio le apodaban “La Fornacina”. Fue una de las mayores y más famosa estrellas del espectáculo. Se llamaba Consuelo Vello y era hija de una lavandera del Manzanares y de un guardia civil. Desde niña quiso ser cupletista y triunfó en París en los teatros más importantes de la capital francesa. 

Pasado unos años de fulgurante fama volvió a Madrid, donde con delirio entusiasmaba al público. Pero inesperadamente murió en pleno éxito en 1915 a los 30 años.. Entre sus admiradores y amantes estaban los hermanos Machado o Jacinto Benavente.. Dejó para la posteridad canciones tan conocidas como “Clavelitos” o “La polichinela”... Su entierro fue un todo un duelo de masas en el Madrid de la época. Pero.. pasó el tiempo y la gente olvidó.. Sin embargo...
Aun cincuenta años después de la muerte de Consuelo, un incesante ramo de rosas rojas y frescas era depositado encima de su tumba. Nadie supo quien fue el misterioso amante o admirador que tantos años después de su fallecimiento todavía, cada semana, le ponía un hermoso ramo de flores... Algunos se preocuparon, investigaron en busca del amante secreto, pero nunca se supo. Solo que un día de Julio de 1965 dejó de verse flores frescas en la tumba de Consuelo; el admirador secreto había muerto...
Hoy nadie repara en ésas dos misteriosa tumbas, hoy están olvidadas, abandonadas a pesar de la importancia que tuvieron un día, ya muy lejano, por cierto..
Joaquin Yerga





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