Cuando
se haga en ti la sombra;
cuando
apagues tus estrellas;
cuando
abismes en el fango más hediondo, más infecto,
más
maligno, más innoble, más macabro—más de muerte--..
Cuando
tasques las tinieblas,
y
deambules taciturno;
y
aguantes en tus lomos
el
peso de cien urbes, de cien siglos;
cuando
sufras noche y día
y
en la noche hasta durmiendo;
yo
te agacho la cabeza; yo te doblo mis rodillas;
yo
te beso las dos plantas; yo te digo –Dios te salve,amigo--
bienvenido
al club...
(Pedro
Palacios)
Ayer
murió en un hospital de Madrid de una hemorragia gastrointestinal a
los 79 años el cantante y compositor tan reconocido por todos, Alberto
Cortez. Y aunque es verdad que nunca fue un número uno al estilo
Raphael o Sabina, estoy seguro que, igual que de los míos, también
formaba parte de la juventud y recuerdos de muchos supervivientes de
aquella ya lejana época...
Alberto
era un argentino militante afincado en nuestro país hace ya mucho
tiempo. Él se jactaba, alguna vez le oí, de querer a ambos países
por igual. En una de sus mejores composiciones “el Abuelo”, nos
contaba con profunda nostalgia las peripecias de su abuelo gallego al llegar
como emigrante a la Argentina...
Reconozco
no haber sido nunca un excesivo fan suyo pero sí hubo una época en
la que escuchaba sus canciones con mucha atención; eran los tiempos
de los cassettes y oírlas en el coche mató mucho aburrimiento y me
hizo derramar más de una lágrima..., aun debo tener su cinta más
vendida en algún lugar recóndito de la casa.. ¿Quién no se ha
conmovido alguna vez oyendo “Cuando un amigo se va” o “En un rincón el
alma”.. intuyo que son canciones que quedarán ya de por vida en
nuestro imaginario colectivo emocional..
Lo
cierto y verdad es que los nacidos en los sesenta nos estamos
quedando más solos que la una. Apenas quedan referentes vivos de
aquellos tiempos, y no solo de la música, también de otras
disciplinas.. Poco a poco van desapareciendo de nuestras vidas y
recuerdos gentes, periodistas, políticos, presentadores o artistas
que lo fueron todo en nuestra niñez y adolescencia... No quiero mencionar a
ninguno pues son tantos ya que sería una lista interminable, todos
los conocemos...
Esta
semana se nos fue también el político José Pedro Pérez Llorca,
uno de los padres de la Constitución, quizás menos conocido por el
gran público, pues hacía tiempo que no estaba en primera linea
pero muy importante en nuestra vida política de los últimos
cuarenta años. Desaparecido él solo nos quedan vivos de los siete
que redactaron la Constitución, el catalán Miguel Roca y Miguel
Herrero de Miñón.. Y es que la vida es tan efímera que una vez
cumplidos ciertos años todo lo pasado nos pareciera que fuera ayer...
Me niego en redondo aprovechar la muerte de Alberto Cortez para reavivar
nostalgias porque éstas suelen ser tristes, pero la nómina de gente
cercana o conocida que ya han desaparecido definitivamente de
nuestro pequeño mundo particular debe ser apabullante..
Y ya que estamos en faena me gustaría decirles que soporto apenas con tristeza e impotencia la paulatina desaparición, no ya de familiares pues estos siempre estarán con nosotros en el corazón, pero si de conocidos o simples paisanos, gentes del pueblo --que allí nos conocemos todos-- que poco a poco, por edad o por otras contingencias van desapareciendo. Y os aseguro que, aunque otros nuevos llegan a nuestras vidas jamás repondrán el vacío dejado por aquellos; estos últimos son menos y ya no calan tan hondo en el corazón..
Una de las cosas por las que me alegro de vivir en Madrid es por no saber, por no querer conocer los nombres de esos que inevitablemente se van yendo y que antaño formaron parte importante de mi vida... Tal vez suene a exageración pero, apuesto que más de un centenar de personas que de alguna manera tuvieron que ver en mi vida aunque solo fuera de verlas pasar y saludarlas, ya no están, y eso es muy triste créanselo...
Y ya que estamos en faena me gustaría decirles que soporto apenas con tristeza e impotencia la paulatina desaparición, no ya de familiares pues estos siempre estarán con nosotros en el corazón, pero si de conocidos o simples paisanos, gentes del pueblo --que allí nos conocemos todos-- que poco a poco, por edad o por otras contingencias van desapareciendo. Y os aseguro que, aunque otros nuevos llegan a nuestras vidas jamás repondrán el vacío dejado por aquellos; estos últimos son menos y ya no calan tan hondo en el corazón..
Una de las cosas por las que me alegro de vivir en Madrid es por no saber, por no querer conocer los nombres de esos que inevitablemente se van yendo y que antaño formaron parte importante de mi vida... Tal vez suene a exageración pero, apuesto que más de un centenar de personas que de alguna manera tuvieron que ver en mi vida aunque solo fuera de verlas pasar y saludarlas, ya no están, y eso es muy triste créanselo...
Dicho
queda..
Joaquín
Yerga
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