Todo lo hago por ti, cariño...
Venid,
tristezas de pupila turbia,
venid,
mis enlutadas,
las
que viajáis por la infinita sombra,
donde
está todo
lo
que se ama.
Vosotras
no engañáis; venid tristezas.
¡Oh
mis criaturas blancas,
abandonadas
por la madre impía
tan
embustera,
de
la esperanza!.
Venid
y habladme de las cosas idas,
de
las tumbas que callan,
de
los muertos buenos y de ingratos vivos...
Voy
con vosotras,
vamos
a casa..
(M.Gutierrez)
“Muerte
dulce” así define el lenguaje lo que significa eutanasia.
Es una palabra de origen griego que pasó por el latín y que ha
llegado hasta nosotros de esta manera. La eutanasia en términos
médicos es, simplemente, ayudar a morir a una persona que tiene
pocas posibilidades de mantenerse viva por mucho tiempo, y que además
está sufriendo..
Debido
a lo transcendental del asunto, estamos hablando de la vida de una
persona, es decir, lo más preciado y sagrado que tenemos, es
comprensible que suscite mucha controversia. De alguna manera no deja
de ser un homicidio asistido y, aunque compasivo, comprendan que sea metafisicamente muy fuerte...
Hoy
volvemos a rescatar el tema para la actualidad mezclándose, por cierto, con tufos
electorales (como todo lo que tocamos en España por culpa de exceso
de la politización que nos caracteriza), gracias a Ángel Hernández
un madrileño que facilitó a su mujer, María José Carrasco de 69
años y enferma de esclerosis múltiple, una fuerte dosis de
pentobarbital sódico, un potente veneno no al alcance de cualquiera, para que falleciera cuanto antes.. La pobre mujer llevaba
reclamándolo hace ya un tiempo, y se comprende perfectamente tanto
los deseos de ella como las ganas de su marido de ayudarla a dejar
de sufrir... intuyo que para ninguno de los dos debió ser fácil..
Desde
la más remota antigüedad viene coleando éste drama, como no puede
ser de otra manera, no en vano desde que el hombre es hombre
contempla con estupor cómo algún ser querido se ha encontrado en esta
cruel tesitura... Que tengamos noticias, los griegos Platón y
Aristóteles o el romano Séneca, ya se mostraban a favor de
permitirla en casos extremos.. Corriendo los siglos, el siempre adelantado a
su época en asuntos filosóficos y humanitarios, Francis Bacon,
escribió un tratado mostrando su conformidad con ella.. Pero fue en
la Ilustración cuando muchos médicos e intelectuales empezaron a
ser permisivos con la eutanasia. Tengan en cuenta que nuestra cultura
judeocristiana, y sobre todo la iglesia católica, ha estado
rotundamente en contra de ella... --los designios de Dios son claros,
solo él es dueño y señor de la vida humana-- es su postura
oficial..
La
eutanasia, según la acción del cuadro médico sobre el paciente,
las hay de dos tipos, directa e indirecta.. Dentro de la primera
debemos a su vez distinguir entre activa, que es cuando el
galeno suministra directamente al convaleciente un fármaco para
inducirle a la muerte y pasiva, en
este caso se le deja de administrar la medicina o se le retira la
intubación que lo mantenía digamos, artificialmente con vida.. La
eutanasia indirecta se produce cuando no había intención sería de
provocar la muerte pero esta se produce como consecuencia de
procedimientos médicos intensos..
Yo, y perdoneseme personalizar, estando a favor de la acción de Ángel respecto a su mujer y
comprendiendo sus motivos, considero que una vez pasadas las
elecciones se debería retomar el asunto y llegar seriamente a una
decisión consensuada por todos, o al menos por una mayoría
aceptable pues, si bien es verdad que cualquiera de nosotros haría
lo mismo en una situación similar, éste importante asunto se debe
regular con criterios médicos, morales y humanitarios porque, al
albur del gesto humanitario de ayudar a dejar de sufrir a un
familiar, también se dan aviesas intenciones en mucha gente que,
aprovechando cualquier debilidad manda al otro barrio a parientes que
le estorban...
Delicado
asunto este. He oído decir a casi todo el mundo que, en circunstancias límites cuando la vida de un ser querido no da más de si y además
sufre horrores, no dudaría un segundo en permitirle un transito
cómodo al más allá, no obstante, hay dos maneras muy diferentes de
situaciones; una es cuando el enfermo lo es de carácter terminal (aquí
todos estaríamos de acuerdo) y otra como le ocurría a María José,
como consecuencia de una enfermedad degenerativa, es decir, su muerte
no era inminente, pero ella no quería vivir... Pero hay más, una tercera circunstancia que se da en personas depresivas o que están pasando duros momentos y pidan insistentemente la muerte liberadora, ¿le concedemos ése gusto sabiendo que su situación pudiera ser reversible? En fin, juzguen ustedes
mismos...
Joaquin
Yerga
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