sábado, 6 de abril de 2019

Todo lo hago por ti, cariño...








Venid, tristezas de pupila turbia,
venid, mis enlutadas,
las que viajáis por la infinita sombra,
donde está todo
lo que se ama.
Vosotras no engañáis; venid tristezas.
¡Oh mis criaturas blancas,
abandonadas por la madre impía
tan embustera,
de la esperanza!.
Venid y habladme de las cosas idas,
de las tumbas que callan,
de los muertos buenos y de ingratos vivos...
Voy con vosotras,
vamos a casa..
(M.Gutierrez)


Muerte dulce” así define el lenguaje lo que significa eutanasia. Es una palabra de origen griego que pasó por el latín y que ha llegado hasta nosotros de esta manera. La eutanasia en términos médicos es, simplemente, ayudar a morir a una persona que tiene pocas posibilidades de mantenerse viva por mucho tiempo, y que además está sufriendo..
Debido a lo transcendental del asunto, estamos hablando de la vida de una persona, es decir, lo más preciado y sagrado que tenemos, es comprensible que suscite mucha controversia. De alguna manera no deja de ser un homicidio asistido y, aunque compasivo, comprendan que sea metafisicamente muy fuerte...
Hoy volvemos a rescatar el tema para la actualidad mezclándose, por cierto, con tufos electorales (como todo lo que tocamos en España por culpa de exceso de la politización que nos caracteriza), gracias a Ángel Hernández un madrileño que facilitó a su mujer, María José Carrasco de 69 años y enferma de esclerosis múltiple, una fuerte dosis de pentobarbital sódico, un potente veneno no al alcance de cualquiera, para que falleciera cuanto antes.. La pobre mujer llevaba reclamándolo hace ya un tiempo, y se comprende perfectamente tanto los deseos de ella como las ganas de su marido de ayudarla a dejar de sufrir... intuyo que para ninguno de los dos debió ser fácil..
Desde la más remota antigüedad viene coleando éste drama, como no puede ser de otra manera, no en vano desde que el hombre es hombre contempla con estupor cómo algún ser querido se ha encontrado en esta cruel tesitura... Que tengamos noticias, los griegos Platón y Aristóteles o el romano Séneca, ya se mostraban a favor de permitirla en casos extremos.. Corriendo los siglos, el siempre adelantado a su época en asuntos filosóficos y humanitarios, Francis Bacon, escribió un tratado mostrando su conformidad con ella.. Pero fue en la Ilustración cuando muchos médicos e intelectuales empezaron a ser permisivos con la eutanasia. Tengan en cuenta que nuestra cultura judeocristiana, y sobre todo la iglesia católica, ha estado rotundamente en contra de ella... --los designios de Dios son claros, solo él es dueño y señor de la vida humana--  es su postura oficial..
La eutanasia, según la acción del cuadro médico sobre el paciente, las hay de dos tipos, directa e indirecta.. Dentro de la primera debemos a su vez distinguir entre activa, que es cuando el galeno suministra directamente al convaleciente un fármaco para inducirle a la muerte y pasiva, en este caso se le deja de administrar la medicina o se le retira la intubación que lo mantenía digamos, artificialmente con vida.. La eutanasia indirecta se produce cuando no había intención sería de provocar la muerte pero esta se produce como consecuencia de procedimientos médicos intensos..
Yo, y perdoneseme personalizar, estando a favor de la acción de Ángel respecto a su mujer y comprendiendo sus motivos, considero que una vez pasadas las elecciones se debería retomar el asunto y llegar seriamente a una decisión consensuada por todos, o al menos por una mayoría aceptable pues, si bien es verdad que cualquiera de nosotros haría lo mismo en una situación similar, éste importante asunto se debe regular con criterios médicos, morales y humanitarios porque, al albur del gesto humanitario de ayudar a dejar de sufrir a un familiar, también se dan aviesas intenciones en mucha gente que, aprovechando cualquier debilidad manda al otro barrio a parientes que le estorban...
Delicado asunto este. He oído decir a casi todo el mundo que, en circunstancias límites cuando la vida de un ser querido no da más de si y además sufre horrores, no dudaría un segundo en permitirle un transito cómodo al más allá, no obstante, hay dos maneras muy diferentes de situaciones; una es cuando el enfermo lo es de carácter terminal (aquí todos estaríamos de acuerdo) y otra como le ocurría a María José, como consecuencia de una enfermedad degenerativa, es decir, su muerte no era inminente, pero ella no quería vivir...  Pero hay más, una tercera circunstancia que se da en personas depresivas o que están pasando duros momentos y pidan insistentemente la muerte liberadora, ¿le concedemos ése gusto sabiendo que su situación pudiera ser reversible?  En fin, juzguen ustedes mismos...
Joaquin Yerga

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