Amiga..
No soy digno de que te esfuerces en quererme.
Te quiero tanto que por nada del mundo
te obligaría a tomar decisiones que tú no quieras.
Sólo una palabra, un gesto tuyo me bastaría
para seguir intentando enamorarte;
o irme con la música a otra parte.
--Joaquín--
Decía
Marilyn Monroe que el sexo forma parte de la naturaleza y que ella se
llevaba de maravilla con la naturaleza. Y digo yo, seguro que ella
entendía que los hombres que pasaron por su lecho también eran pura
naturaleza; pero ya sabemos que Marilyn era una deslenguada.
Hace
muchos años apareció en la revista Interviú un vídeo pornográfico
en el que se la veía de protagonista, y muy afanada, por cierto, en
las escenas más escabrosas. Ignoro si realmente aquella chica de las
posturitas y ella eran la misma persona, aunque yo que pude ver la
peli, apostaría que sí.
Entre
los beneficios que consiguen los individuos/as que acumulan amantes
como rosquillas, y Marilyn era una de ellas, además del fisiológico, está la experiencia de
yacer e intimar con variados tipos de personas. No me imagino
siquiera, dada mi escasa promiscuidad, qué clase de conocimientos se
pueden llegar a adquirir en una vida plena de fornicios, y no ya por
el hecho en sí, sino porque entiendo que en momentos íntimos e
intensos como son las coyundas, es cuando damos de sí todo lo que
somos. No me negarán que es en pleno éxtasis cuando cada uno se
muestra tal cual es, con pasión y sin dobleces, es decir, se llega a
conocer casi en profundidad al otro/a.
Y
hablando de tíos/as promiscuos, que seguro adquirirían mucha
psicología y conocimientos a fuerza de coitos, con y sin
interruptus, el más conocido de todos ellos fue Giacomo Casanova;
su figura se ha quedado para siempre como el prototipo de amante
perfecto. A éste afortunado adonis se le atribuyen ciento dieciséis
amantes, (la mayoría de ellas mujeres casadas) pero se cree que pudo
seducir a mas de mil en toda su vida.
Otro
“que tal baila” fue el conocidísimo Rasputin, un monje
medio loco que gracias a sus artes mágicas y sanatorias logró
engatusar a la zarina de Rusia. Gracias a ello trajinaba por palacio
como "San Pedro por su casa". Entre la potestad que tenia con la reina
y su descomunal miembro viril (según la descripción que dejó
escrita su propia hija media 35 centímetros) no hubo cortesana o
sirvienta que no yaciera con él... Se le cuentan por cientos sus
aventuras amorosas.
El
gran pintor francés Touluse-Lautrec sufrió en su infancia un
accidente que redujo la longitud de sus piernas y curvó su columna
vertebral para siempre. Como consecuencia de eso quedó tan deformado
que amargó su vida. Sólo encontraba cariño en un burdel parisino
que el consideraba casi su hogar. Bien, pues el pobre era conocido
entre las prostitutas de ese puticlub como “La Tetera”, ¿y saben
porqué? Pues por una hipertrofia que sufría el pobre en semejante
parte y que traía locas a las meretrices del local..
Claro
que no solo algunos tíos suertudos acumulan amantes, también muchas mujeres han hecho de las suyas; ahí tenemos a Cleopatra, o a
Catalina “La Grande” de Rusia con cientos de mozuelos servidos en
bandeja para su deleite sexual. O incluso la baronesa de Dudevant,
más conocida con el seudónimo de George Sand...
George Sand fue una
gran escritora romántica que a los 18 años pilló a su marido en la
cama con la sirvienta, y vez tal eso le despertara un apetito carnal, del que hizo, por cierto, buena cuenta el resto de su vida.
George Sand tuvo
amantes tan famosos, como: Jules Sandaeu (novelista) Próspero Merimée
(el gran músico) Pietro Pagello (excelente músico) Alfred de Musset
(escritor de renombre) o Fréderic Chopín (el gran pianista y
compositor). Con éste vino a Mallorca, y según las juergas que se
tiraban, los vecinos hicieron una protesta para expulsarlos de allí.
Claro que eso era antes de que se hicieran famosos. También tuvo
amantes femeninas, con lo que se demuestra que la amiga, George Sand,
tocaba todos los palos..
En
fin, esto del fornicio ha sido siempre un tema de privilegiados, de
tipos y tipas que han causado escándalo en otros tiempos pero que,
reconozcámoslo, apenas merecería hoy en día un encogimiento de
hombros... Y es que la jodienda ya no es lo que era...
Dicho
queda...
Joaquin
Yerga
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