sábado, 2 de febrero de 2019

Hasta que el cuerpo aguante...




Te vi un punto y, flotando ante mis ojos,
la imagen de tus ojos se quedó,
como la mancha oscura orlada en fuego
que flota y ciega si se mira al sol.

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche
llevan al caminante a perecer;
yo me siento arrastrado por tus ojos
pero adónde me arrastran, no lo sé.
(Bécquer)

Numancia era en el siglo II, a.c. una población de tamaño medio para la época y poblada por los fieros y rocosos arévacos, una orgullosa tribu celta asentada en la zona desde hacía cinco siglos. Los romanos andaban ya por ahí intentando someter a todos los del lugar. En el año 153 a.c. los numantinos habían conseguido vencer a un ejercito romano muy superior causándoles más de 30.000 bajas. Resulta que, entre pitos y flautas, llevaban veinte años de guerras y escaramuzas y no había manera de conquistar la ciudad...
Roma no aguantaba más, instó al senado a tomar una determinación final para acabar con esos indómitos hispanos... Y el senado tomó nota; envió un ejército bien pertrechado de unos 40.000 legionarios al mando del mejor general que tenían, Publio Cornelio Escipión, un tipo listo y curtido en mil batallas...
Escipión sabia que en una guerra abierta habrían muchas bajas romanas, así que se propuso asfixiar económicamente la ciudad; para ello construyó un muro enorme alrededor de la ciudad y lo mantuvo inexpugnable durante más de un año. Los numantinos aguantaron lo indecible, pero llegó el momento en el que se terminaron las provisiones, no había comida, no había agua, no había nada, pero antes de rendirse le prendieron fuego a la ciudad y se hicieron matar unos a otros; todo antes de caer prisioneros.
Cuando los romanos entraron en la ciudad sólo encontraron un erial calcinado y en ruinas, mucha ruina, y sin rastro de ser humano alguno; solo a 50 numantinos lograron capturar con vida, a los que pasearon prisioneros semanas después en un desfile triunfal en Roma.. Numancia cayó, pero empezó su leyenda. Así se las gastaban estos indómitos pueblos hispanos....
Un tema poco seguido por los españoles aunque algunos vagamente lo recuerden de la escuela, es la distribución y origen de los primeros pueblos o tribus asentadas en España antes de la llegada de los romanos en el 214 a.c. No es asunto baladí pues al fin y al cabo es nuestro substrato étnico; tengan en cuenta que somos como somos gracias a estos pueblos y algunos otros que vinieron después, como los romanos, los visigodos, y los árabes.
El principal pueblo que se instaló en la península, aunque fue más bien una raza, puesto que se componía de muchas tribus, fueron lo íberos. La procedencia de estos aun nos es desconocida. Eran pacíficos labradores, básicamente, y se acomodaron en todas las tierras ribereñas del Mediterráneo. Miren los nombres de algunos, seguro que les recuerdan algo... Layetanos, Oretanos, Edetanos, Bastetanos, o Ilergetes por decir unos cuantos..
El otro linaje importante que entró en la península poco después que los íberos y con la intención de perpetuarse fueron los celtas, procedentes de Europa central. Éste pueblo era más ganadero que agricultor, más belicoso, con costumbres y acervo guerrero y se asentó por el centro y la parte oeste del país. Les enumero algunas de las tríbus que los componían...Carpetanos, Vaceos, Astures, Cántabros, Lusitanos, Betones, Arévacos etc. como verán, algunas regiones actuales llevan sus nombres. Otros pueblos menores que también componen nuestra base genética son los vascos y jacetanos, de los cuales aun se ignora su procedencia, aunque se sabe que estaban aquí antes que el resto. Y luego están los Tartésicos instalados en la esquina suroccidental y que tampoco sabemos de donde llegaron, eso si, tuvieron una cultura floreciente; acuérdense del suntuoso rey Argantonio tan renombrado.
En estas estaban tan ricamente, éstas nuestras tríbus primigenias, cuando aparecieron por el levante los cartagineses procedentes del norte de África y se jodió la tranquilidad. Estos eran unos comerciantes ansiosos que solo querían expoliar nuestras riquezas, (oro, plata y otros metales). Debido a un encontronazo con los romanos, que ya empezaban a despuntar en el Mediterráneo, fueron derrotados por estos en tres guerras (Guerras Púnicas) y, ¡claro! los romanos, ya que estaban aquí no iban a dejar el chollo, así que se quedaron.
Bueno, se quedaron pero les costó casi trescientos años domeñarnos. Los pueblos íberos apenas pusieron resistencia, estaban más evolucionados, eran tranquilos y enseguida vieron que no había nada que hacer contra los hijos de Roma. Sin embargo los celtas, tan guerreros ellos, no se dejaron amilanar, le opusieron feroz resistencia. Los primeros que le dieron más guerra a los romanos fueron los Lusitanos; les recuerdo en algún momento tuvieron de jefe nada menos que a Viriato, que solo fue vencido gracias a la traición de unos compañeros comprados por los romanos...
Después de vencidos los Lusitanos, fueron los Astures y Cántabros, pueblos feroces que consentían morir y matar a sus familiares si fuese menester antes que caer prisioneros, los que se levantaron en armas. Tuvo que venir el mismísimo emperador Octavio Augusto en persona para poder someterlos. Por fin, sobre el año 50 de nuestra era, y después de dos siglos de lucha, quedaron todos tranquilos y pacificados. Luego enseguida empezó la romanización del país, adoptamos el latín como lengua, hicimos calzadas para el transporte, acueductos, teatros, fundamos ciudades etc. Las lenguas indígenas de celtas e íberos desaparecieron, solo una pequeña reminiscencia queda en los vascos actuales. En fin, y poco más..., luego, cuatro siglos más tarde, aparecieron por los Pirineos los visigodos, pero eso es otra historia...
Dicho queda...
Joaquin Yerga


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