martes, 5 de febrero de 2019

Persignaros antes de leer

                                                                                      

Una mañana de octubre del año 312, el emperador romano Constantino cabalgaba montado en su soberbio alazán blanco capitaneando sus tropas camino de Puente Milvio, sobre el Tiber, le esperaba una dura batalla.. de repente un inesperado desmayo le hizo caer del caballo. Al abrir los ojos como una Cruz enorme se había interpuesto en su camino impidiéndole avanzar. En mitad de la Cruz una misteriosa inscripción resplandecía con fuerza llamándole poderosamente la atención.. “In hoc signo vinces”... Con este signo vencerás, significaba en latín...

Quedó impresionado ante la soberbia aparición. Un subidón de moral y espíritu combativo le invadió de pronto y transmitió a sus tropas. La batalla se ganó y desde entonces ordenó que en todo su imperio la Cruz fuese adoptada como símbolo supremo de Dios y Jesucristo. Estandartes, banderas, frontispicios, iglesias etc. etc. en todos los lugares campearía absolutamente la Cruz de Cristo... 

Pero la Cruz de los cristianos va más allá de todo eso. Si, porque toda la liturgia, todos los ritos, los templos, las oraciones etcétera. tienen como fundamento y finalidad la Cruz. La mayoría de las basílicas, catedrales, ermitas o iglesias fueron diseñadas sobre una gran Cruz de base. Y hay más..

Hacemos la señal de la Cruz como signo de protección ante cualquier sobresalto inesperado, llevamos en el cuello un crucifijo de sumisión y obediencia a Dios; comenzamos y terminamos la oración haciendo la señal de la Cruz en nuestro cuerpo, y hasta nos despedimos de este mundo persignándonos durante la extremaunción. 

Por cierto, Jesucristo estuvo a punto de morir al modo judío, a pedradas (lapidación) y no a modo romano (crucificado)... Y digo yo: Qué símbolo hubiéramos tenido entonces los cristianos, ¿Una piedra?.. 

Joaquín Yerga



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