Se le cortan directamente y de sendos tajos los testículos. Después con un hierro incandescente se le cicatriza la herida. Durante los días posteriores, al desgraciado, se le da de beber mucha agua para mantenerle abierto los canales de la orina, y por supuesto nada de coyunda ya de por vida. ¿Qué por qué os cuento esto? Leed esta historia de abajo, que es brevísima, y lo sabréis..
Eloísa sólo tenía dieciséis años cuando se enamoró de Abelardo (su profesor de filosofía) de treinta y ocho. Le doblaba la edad, pero, ¡Ay!, ¿el amor es ciego!.. Bueno, según se mire, porque ella era una joven muy atractiva, y él no estaba mal, además tenía un piquito de oro.
De las miradas que se dirigían los dos al principio pasaron a las insinuaciones, y después a los besos clandestinos, y a los roces, y... ¡Eloísa quedó preñada!.. Por cierto, Eloísa vivía con su tío Fulgencio, un canónigo con buena posición y con un amor fraternal hacia ella inconmensurable, pero con una mala leche de espanto. Por eso se llevó el disgusto de su vida cuando se enteró del embarazo de su sobrina.
Abelardo, a pesar de ser un hombre sabio y juicioso, actuó mal, fingió un rapto y la llevó lejos, con su hermana, a Bretaña. Allí podría tener al niño sin que nadie interfiriera. Pero no midieron bien el poder de su tío Fulgencio, el canónigo. Éste montó en cólera en cuanto lo supo y obligó a la pareja a pasar por la vicaría.
Y se casaron. No obstante Abelardo tuvo que trasladarse a vivir a París por motivos laborales, ella se quedó en Bretaña.. Y empezó la confusión. ¡y la tragedia!. Sí, porque, creyendo que el irse a París lo hacia Abelardo para deshacerse de ella, su tío, enfurecido, contrató a dos sicarios que irrumpieron en su casa y lo castraron.. El resultado ya lo habéis leído..
Al enterarse de la capadura de su amado, Eloísa, quedó desolada. Se metió en un convento y fue para siempre una sabia pero triste abadesa. Eso, sí, jamás olvidó a Abelardo. A éste buen hombre le perdonaron el desliz, volvió a dar sus clases de filosofía y poco a poco fue olvidando a Eloísa, y asumiendo su terrible amputación.
Al final de sus días, Abelardo ingresó también en un convento. Murió a los 62 años convertido en uno de los mejores filósofos de la historia. Eloísa le sobrevivió veintidós años aún enamorada. A su muerte pidió ser enterrada junto a su amado..
Joaquín
Abelardo y Eloísa

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