Soy
la misma que fue tuya, vida mía.
Ni
lenta ni trascordada ni perdida.
Acude
al anochecer, vida mía;
ven
recordando un canto, vida mía,
si
la canción reconoces de aprendida
y
si mi nombre recuerdas todavía.
Te
espero sin plazo ni tiempo.
No
temas noche, neblina ni aguacero.
Acude
con sendero o sin sendero.
Llámame
a dónde tú eres, alma mía,
y
marcha recto hacía mí, compañero.
(Gabriela
Mistral)
En
lo del cómo, porqué, y desde cuándo estamos aquí en la tierra los humanos, hay, (como todo el mundo debe saber) dos teorías
enfrentadas, la creacionista, (que va a menos), y la
evolucionista,(que va a más). Bueno... la creacionista es la de toda la
vida, es decir, que Dios hizo de la nada todo éste tinglado terrenal, y
entre medias nos creó a nosotros los hombres; recuerden, a partir de
Adán y Eva.
La
teoría evolucionista nos la reveló Darwin, que nos demostró
con pelos y señales cómo las criaturas terrestres evolucionan y se
adaptan al medio ambiente. Darwin puso la primera piedra pero después, científicos, antropólogos y naturalistas, han seguido
explicándonos cómo a ido la cosa. Y la cosa ha así...
Según
los nuevos descubrimientos, (aunque esto cambia a medida que se
encuentran nuevos restos) nosotros los humanos compartimos un
antepasado común con los chimpancés. Sí, hace unos 6 millones de años
una hembra de simio tuvo dos hijas. Una se convirtió en ancestro de
todos los chimpancés, la otra es nuestra propia abuela.
Esa
abuela nuestra africana fue teniendo herederos que evolucionaron a
su vez durante millones de años hasta llegar al Australopitecus,
(éste ya andaba erguido) nuestro más antiguo antepasado. Algunos de
los descendientes de éste, medio-humano australopitecus, salieron de
África y colonizaron otras partes el mundo. En
cada sitio que se fueron estableciendo evolucionaron de manera
diferente según el medio donde se instalaran, de tal forma que
tuvimos parientes de aspectos variados. Así aparecieron los
Neandertales, más corpulentos que nosotros, el hombre de Java, o el
Homo florensis; éste último medía sólo un metro y pesaba 25 kilos. pero...¡Ojo! en
África otros descendientes del antiguo australopitecus habían
derivado en Homo Sapiens, (nosotros) y entonces empezó la revolución...
Los
Homo Sapiens, de tez oscura y aspecto negroide, fueron saliendo también del
continente negro y se extendieron por toda la tierra. A Europa
llegaron hace tan solo 40.000 años, y debido a la falta de sol con
el tiempo blanquearon la piel. En América pusieron los pies hace dos
días, como aquel que dice, o sea 12.000 años y en Oceanía 65.000,
pero... ¿Cómo hemos llegado a ser los amos del mundo?... Pues miren
que curioso..
Cuando
aun eramos casi simios, hace 2,5 millones de años, ya teníamos el
cerebro bastante grande para nuestro tamaño. El
hecho de ponernos de pie, (a dos patas en vez de a cuatro como íbamos
antes) nos hizo liberar las manos y comenzamos a
fabricar rudimentarios utensilios; luego poco a poco fuimos desarrollando la inteligencia. Por desgracia, a las mujeres erguirse les vino fatal, se estrecharon las caderas y el canal del parto se comprimió; parir se hizo insufrible.
El
cerebro de un humano normal supone el 3% del peso corporal, pero
consume el 25 % de la energía. Pues imaginaros, hace esos 2 millones
de años, un tipo de pié con ese pedazo de cabeza y destinando gran
parte de su energía al cerebro; pues los músculos se atrofiaron
impidiéndoles competir en la caza con los grandes felinos. De tal
forma fue así que durante esos dos millones de años lo Homos (nuestros antepasados) a pesar de
tener mayor cerebro, solo estaban en medio de la cadena alimentaria, aun tenían que esperar a que los leones terminaran de papear la pieza
cazada para acercarse a carroñar. Pero esto cambió hace unos
100.000 años, a partir de ahí escalamos a la cima de ésa cadena; la
invención del fuego pudo ser determinante en esa evolución...
Pues
sí, el fuego nos cambió. Pudimos comer alimentos variados, los
dientes se nos hicieron mas pequeños (no hacía falta masticar
tanto) el intestino se acortó y necesitábamos menos tiempo para
hacer la digestión; con todo esto al cerebro llegaba la energía que
necesitaba cada vez más. En fin, y así, poco a poco exterminamos a nuestros primos hermanos Neandertales, y así, poco a poco estamos
exterminando a todo bicho viviente; y hasta ahora...
Dicho
queda...
Joaquín
Yerga
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