sábado, 2 de febrero de 2019

Los reyes del mambo...





Soy la misma que fue tuya, vida mía.
Ni lenta ni trascordada ni perdida.
Acude al anochecer, vida mía;
ven recordando un canto, vida mía,
si la canción reconoces de aprendida
y si mi nombre recuerdas todavía.

Te espero sin plazo ni tiempo.
No temas noche, neblina ni aguacero.
Acude con sendero o sin sendero.
Llámame a dónde tú eres, alma mía,
y marcha recto hacía mí, compañero.
(Gabriela Mistral)

En lo del cómo, porqué, y desde cuándo estamos aquí en la tierra los humanos, hay, (como todo el mundo debe saber) dos teorías enfrentadas, la creacionista, (que va a menos), y la evolucionista,(que va a más). Bueno... la creacionista es la de toda la vida, es decir, que Dios hizo de la nada todo éste tinglado terrenal, y entre medias nos creó a nosotros los hombres; recuerden, a partir de Adán y Eva.
La teoría evolucionista nos la reveló Darwin, que nos demostró con pelos y señales cómo las criaturas terrestres evolucionan y se adaptan al medio ambiente. Darwin puso la primera piedra pero después, científicos, antropólogos y naturalistas, han seguido explicándonos cómo a ido la cosa. Y la cosa ha así...
Según los nuevos descubrimientos, (aunque esto cambia a medida que se encuentran nuevos restos) nosotros los humanos compartimos un antepasado común con los chimpancés. Sí, hace unos 6 millones de años una hembra de simio tuvo dos hijas. Una se convirtió en ancestro de todos los chimpancés, la otra es nuestra propia abuela.
Esa abuela nuestra africana fue teniendo herederos que evolucionaron a su vez durante millones de años hasta llegar al Australopitecus, (éste ya andaba erguido) nuestro más antiguo antepasado. Algunos de los descendientes de éste, medio-humano australopitecus, salieron de África y colonizaron otras partes el mundo. En cada sitio que se fueron estableciendo evolucionaron de manera diferente según el medio donde se instalaran, de tal forma que tuvimos parientes de aspectos variados. Así aparecieron los Neandertales, más corpulentos que nosotros, el hombre de Java, o el Homo florensis; éste último medía sólo un metro y pesaba 25 kilos. pero...¡Ojo! en África otros descendientes del antiguo australopitecus habían derivado en Homo Sapiens, (nosotros) y entonces empezó la revolución...
Los Homo Sapiens, de tez oscura y aspecto negroide, fueron saliendo también del continente negro y se extendieron por toda la tierra. A Europa llegaron hace tan solo 40.000 años, y debido a la falta de sol con el tiempo blanquearon la piel. En América pusieron los pies hace dos días, como aquel que dice, o sea 12.000 años y en Oceanía 65.000, pero... ¿Cómo hemos llegado a ser los amos del mundo?... Pues miren que curioso..
Cuando aun eramos casi simios, hace 2,5 millones de años, ya teníamos el cerebro bastante grande para nuestro tamaño. El hecho de ponernos de pie, (a dos patas en vez de a cuatro como íbamos antes) nos hizo liberar las manos y comenzamos a fabricar rudimentarios utensilios; luego poco a poco fuimos desarrollando la inteligencia. Por desgracia, a las mujeres erguirse les vino fatal, se estrecharon las caderas y el canal del parto se comprimió; parir se hizo insufrible.
El cerebro de un humano normal supone el 3% del peso corporal, pero consume el 25 % de la energía. Pues imaginaros, hace esos 2 millones de años, un tipo de pié con ese pedazo de cabeza y destinando gran parte de su energía al cerebro; pues los músculos se atrofiaron impidiéndoles competir en la caza con los grandes felinos. De tal forma fue así que durante esos dos millones de años lo Homos (nuestros antepasados) a pesar de tener mayor cerebro, solo estaban en medio de la cadena alimentaria, aun tenían que esperar a que los leones terminaran de papear la pieza cazada para acercarse a carroñar. Pero esto cambió hace unos 100.000 años, a partir de ahí escalamos a la cima de ésa cadena; la invención del fuego pudo ser determinante en esa evolución...
Pues sí, el fuego nos cambió. Pudimos comer alimentos variados, los dientes se nos hicieron mas pequeños (no hacía falta masticar tanto) el intestino se acortó y necesitábamos menos tiempo para hacer la digestión; con todo esto al cerebro llegaba la energía que necesitaba cada vez más. En fin, y así, poco a poco exterminamos a nuestros primos hermanos Neandertales, y así, poco a poco estamos exterminando a todo bicho viviente; y hasta ahora...
Dicho queda...
Joaquín Yerga

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