miércoles, 30 de enero de 2019

El destino en tus manos

                                                                             





Muchos siglos van corridos

desde que hay suicidados

amantes menospreciados

y jugadores perdidos.


Tengo por mal argumento

para quitar la vida

el citar algún suicida

de valor o de talento.


Por uno se encuentra ciento

de la más ilustre fama

que terminaron su drama

enfermos, asesinados,

borrachos, apaleados

en la horca y en la cama.


Lector, si fuera a exponerte

tantos ejemplos diversos

llegaría haciendo versos

a la hora de mi muerte.


Citaré algunos, y advierte

que no quiero fastidiarte,

ve leyendo hasta cansarte,

y así que estés muy cansado

descansa, lector amado,

no vayas a suicidarte. 


--José Batres--



Decía San Agustín refiriéndose al tiempo: ¿Qué qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicarlo a quien que me lo pregunta, no lo sé.

Buena respuesta para una pregunta imposible, pero... Si en vez del tiempo le pudiéramos preguntar: ¿Qué es el destino?-

Ignoro qué nos diría San Agustín, al respecto, pero si sabemos lo que dijo Kafka, el gran escritor checo: Todo lo que puede suceder sucede, pero sólo puede suceder lo que sucede. Desde luego, un galimatías incontestable.

Pero el destino no siempre es infalible ni fortuito ni casual, nosotros podemos modificarlo con medidas preventivas. Decía Albert Einstein: tendremos el destino que nos hayamos merecido.

El destino como tal es una idea o pensamiento abstracto, casi literario, que suple a la palabra futuro que parece más técnica y tangible. Destino suena a fatalidad; a veces a fortuna o ventura, incluso a maldición si me apuran, y es que nos volvemos locos por usar conceptos románticos y rimbombantes para dejar ese halo de enigma y misterio en nuestro imaginario.

Mirad si tiene juego esto del destino, que tenemos también la parte de infalibilidad, de certeza, de.. seguro que no falla, que por más que hagamos nos va a devorar... Ahora es el dramaturgo griego Esquilo, el que nos advierte: “Ni aun permaneciendo sentado junto al fuego de su hogar puede el hombre escapar a la sentencia de su destino”.

Entonces qué hacemos.. ¿Permanecemos impávidos, puesto que aunque nos escondamos el destino no va a pillar, o le ponemos alfombra roja para que venga de la mejor manera posible?. 

En fin..

Joaquín Yerga



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