sábado, 9 de febrero de 2019

Historia de un bigamo...



Cerraron sus ojos
que aun tenía abiertos,
taparon su cara
con un blanco lienzo,
de la triste alcoba
todos salieron.

La luz que en un vaso
ardía en el suelo,
al muro arrojaba
la sombra del lecho;
y entre aquella sombra
veíase a intervalos
dibujarse rígida
la forma del cuerpo.

Despertaba el día,
y, a su albor primero,
con sus mil ruidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:
¡Dios mío, que solos
se quedan los muertos!
(Bécquer)


No es que lo diga yo, lo dicen muchos científicos y antropólogos; los seres humanos eramos, hace ya un tiempo ¡claro! multígamos, aunque a decir verdad no sé si existe esta palabreja. Lo que pretendo decir es que no éramos monógamos, como deberíamos ser hoy en día, cuernos aparte.
A los que no le hagan ascos la teoría de Darwin; sí, la que nos dice que hemos evolucionado a partir de un ancestro común con los monos, deben saber que pasados un par de millones de años de ése ancestro africano surgieron los Homo Sapiens, (nuestros antepasados); bien, pues estos durante una cierta larga etapa practicaban una especie de amor libre, vivían en comuna donde no existían las parejas fijas... Para que nos entendamos, las hembras tenían sexo con muchos machos y estos no podían saber cuales eran sus hijos; así todo el grupo cuidaba de los menores y no sólo sus padres como hacemos ahora.
Esa actitud claramente promiscua de nuestros antepasados se equipara a la de los bonobos, primos lejanos nuestros. Estos tienen una vida sexual muy activa, todos copulan con todos y son las hembras las dueñas absolutas de su plebe. Un de los beneficios de esta conducta es que se evita el infanticidio que muchos machos realizan cuando se emparejan con hembras que ya tienen cachorros. ¿Saben cual es el atributo que debe tener un bonobo a la hora de perpetuar sus genes? Pues no es su fortaleza física, como en la mayoría de los machos de la especie animal, sino el tamaño de sus testículos. Así es, mientras mas gordos sean estos más esperma puede contener y por lo tanto más posibilidades tiene de que sea él el que preñe a la hembra.
Otra de las curiosidades de nuestros antecesores Homo Sapiens que me acabo de enterar me ha sorprendido un montón pues no esperaba semejante paradoja. Resulta que nuestros abuelos de hace unos 40.000 años, es decir, cuando aun éramos cazadores-recolectores, o sea, antes de inventar la agricultura y domesticar animales, tenían mayor capacidad cerebral que nosotros ¡Quién nos lo iba a decir!.. Siempre creí que era justo al revés, que nosotros habíamos ganado en sapiencia y poder cerebral, que con el tiempo y la evolución nuestro desarrollo intelectual había crecido, pues no, y hay una explicación lógica, y es que nuestros antepasados individualmente eran más mañosos y hábiles que nosotros ahora. Tengan en cuenta que cualquier individuo de entonces, al ser nómadas y tener que buscarse la vida siempre al limite desarrollaron una inteligencia practica de la que nosotros ahora carecemos. Miren... A nosotros nos lo dan todo hecho, cualquier cosa que necesitemos siempre hay un profesional que nos lo hace y muy bien, por cierto, y si no, una maquina se encarga, con lo que resulta que somos expertos, pero sólo en determinados asuntos.
Los cazadores-recolectores, por el contrario, extraían termitas, conocían las raíces del campo, los animales, las frutas, el entorno... Ellos hacían personalmente sus chozas, fabricaban herramientas, estaban familiarizados con las inclemencias del tiempo y las estaciones, en fin, lo sabían todo para poder sobrevivir. Sin embargo ahora apenas sabemos nada.. Resumiendo, como colectividad hemos avanzado de manera descomunal, hacemos coches, viajamos a la luna, curamos enfermedades, pero individualmente hemos retrocedido, a penas sabemos hacer nada con lo que nuestro cerebro ha disminuido... Ya ven, y nosotros tan ufanos creyéndonos ya, casi, semidioses...
Dicho queda...
Joaquin Yerga


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