domingo, 3 de febrero de 2019

Una historia muy nuestra...




A mi me gustan las tardes grises,
las melancolías, las heladas,
en que las rosas tiemblan de frío,
en que los cierzos gimiendo pasan,
en que las aves, entre las hojas,
el pico esconden bajo el ala.

Bellas mujeres de ardientes ojos,
de vivos labios, de tez rosada,
¡os aborrezco! Vuestros encantos
ni me seducen ni me arrebatan.

A mi me gustan las niñas tristes,
a mi me gustan las niñas pálidas,
las de apacibles ojos oscuros
donde perenne misterio irradia;
las de mirada que me acarician
bajo el alero de las pestañas.
(Amado Nervo)


¿Quién alguna vez aun sabiendo de su poca verosimilitud no se ha extasiado ante una bonita leyenda, tradición o fábula? ¡Son tan interesantes! ¡Tan cautivadoras!.. En España, por ser un pueblo milenario y de fecunda historia tenemos cientos a cual mas bonita. Acabo de leer una, inédita para mí pues no la conocía, aunque algo había leído del contexto donde se desarrolla, habla de Castilla, burbujeante manantial de las esencias patrias.
Castilla se formó como reino de una manera curiosa y, ¡miren lo que fue después! diosa y madre de infinitud de pueblos del mundo a los que generosamente donó su lengua y la sangre de sus más audaces hijos.
Castilla dependía en el siglo X del Reino de León. Sus condes eran vasallos del rey leonés, Sancho I, llamado “El Craso”, por cierto, ¿Saben porqué le apodaron así? Pues porque el menda llegó a pesar nada menos que 240 kilos. Sí, créanselo, esto no es leyenda. ¿Y saben qué? pues como perdió el respeto de sus súbditos que no lo querían por su mala imagen (no podía ni montar a caballo) pidió ayuda al califa de Córdoba, Abderramán III que, parece ser, tenía a su servicio un famoso médico judío capaz de curarle. 
Y así fue, al “Craso” se lo llevaron en carreta.. Enfiló camino al sur y llegó a Córdoba.. Todo salió a pedir de boca, en sólo unas pocas semanas adelgazó 150 kilos. El método para hacerlo, atroz... Le cosieron los labios con lo que no podía comer nada sólido, sólo infusiones a través de una pajita. Además le hacían moverse por un pequeño patio tirando de él con cuerdas pues no quería ni podía dar un paso; y todo eso acompañado de humeantes saunas de agua hirviendo para sudar. Al final del proceso fue sometido a un durisimo plan de masajes para acabar con los colgajos de pellejos sobrantes. El tío quedó como un pincel; lo primero que pidió cuando se vio tan mono fue un caballo y una moza; el primero para montar y la segunda para....bueno, lo mismo... Por cierto, la minuta que cobró Abderramán III por la cura de adelgazamiento no fue barata, diez fortalezas con sus torreones correspondientes costó la broma... Pero...
Estábamos hablando de la independencia de Castilla del reino leones, y volvamos al tema... El rey leones pidió ayuda durante una escaramuza con los moros al conde castellano Fernán González. Éste gustosamente se prestó a auxiliarle y vencieron a los moros. Días después el rey Sancho (el Graso) solicitó la presencia del conde para darle las gracias. Fernán González se presentó majestuoso montado en un alazán blanco y con un precioso azor de cetrería en la muñeca. El rey leonés quedó prendado del caballo y se lo quiso comprar. Mil monedas de oro pidió a cambio el conde; el rey aceptó, pero al estar vacías las arcas del estado propuso suspender el pago hasta un año después; Fernán González le exigió a cambio que dicha deuda se duplicase por cada día que pasara de ese plazo...y,  
Pasaron los días y semanas y meses, y Sancho “El Craso” se olvidó del asunto. Después de cuatro largos años, Fernán González no llegó a reclamar la deuda, cuando por fin lo hizo ésta era ya astronómica. Ante la imposibilidad de satisfacer toda la deuda con dinero, el conde pidió a cambio la independencia de Castilla, cosa a la que, abrumado, el rey accedió. El resto lo sabemos ya; el insignificante condado de Castilla se convirtió en reino y después en imperio, y metrópoli de medio mundo conocido cuando descubrimos América, sin olvidar, claro está, que su pequeño dialecto llamado castellano se ha convertido en la segunda lengua mas importante del planeta... ¡Ahí es nada!...
Dicho queda...
Joaquin Yerga


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