jueves, 14 de febrero de 2019

Quienes digan que hoy hace frío que lean esto...





Si de nuestros agravios en un libro
se escribiese la historia,
y se borrase en nuestras almas cuanto
se borrase en sus hojas.

¡Te quiero tanto aun! ¡Dejó en mi pecho
tu amor huellas tan hondas,
que solo con que tú borrases una,
las borraba yo todas!.
(Bécquer)

Apuesto que han salido hoy de casa ataviados con una simple rebequilla... Y si por casualidad se han tropezado con el vecino, seguro habrán hecho alusión al buen tiempo, al calor; incluso coincidido con él en señalar al culpable de esta rareza climatológica, "El cambio climático"... Me temo que si, pero...
Igual no se lo creen pero, el 18 de febrero de hace ahora exactamente cuarenta años, cayó una gran nevada en el Sahara. Es la única nevada de la que se tiene constancia en ésa calurosa región. Pero eso no es todo, todavía es más increíble lo que ha pasado sólo dos veces en la historia, el rio Nilo congelado totalmente. Sí, no es broma, el Nilo, el rio más largo del mundo y que atraviesa una de las zonas más cálidas y desérticas del planeta, congelado en Egipto. Claro que, esas dos veces fueron hace ya tiempo, en el año 829 y no mucho más tarde, en el 1010; ya andaban por allí los musulmanes... Y justamente al revés sucedió en Alemania en 1132 (en plena Edad Media), el Rin, el segundo rio más importante de Europa (quince veces más caudaloso que el Guadalquivir) se secó por completo debido a una ola de calor... Ya ven qué cosas, y nosotros asustados por el clima...
Es posible que la tan socorrida teoría del cambio climático sea cierta, no digo que no, aunque es verdad que aun no tenemos datos fiables como para confirmarla o negarla con rotundidad. Los plazos en los que nos movemos con las mediciones son cortos y los ciclos climáticos a veces tan largos que es muy difícil concretarlo; aun así no está mal que pongamos coto al derroche de elementos contaminantes, nos vendría bien en cualquier caso.. Sin embargo, miren...
El 27 de abril del año 1815, una pequeña montaña llamada Támbora reventó de una explosión en la isla de Sumbawa, en Indonesia. El petardazo que pegó fue colosal, y conste que la montaña no estaba catalogada como volcán siquiera. Bueno, ni que decir tiene que la montaña desapareció de golpe dejando en su lugar un golfo en el mar de unos 300 metros de profundidad. Hasta ahí los efectos, digamos geográficos, pues modificó toda la isla, pero.. ¿Y las consecuencias climáticas? pues verán..
Los efectos de la explosión del Támbora fueron catastróficos, produjo lo que se llamó, “el año sin verano”, y pueden imaginar porqué. Dicen los expertos que liberó a la atmósfera el equivalente a más de un millón de bombas atómicas como la de Hirosima. El cielo ennegreció con las cenizas volcánicas, oscureciendo el brillo el sol. Como consecuencia las temperaturas del hemisferio norte bajaron cinco grados, lo que resultó fatal para las cosechas...
Ahora que se está estudiando en profundidad los perversos efectos de aquella terrible explosión, algunos consideran que pudiera repetirse en cualquier momento, sobre todo en aquella zona sísmica el pacifico. Fíjense que datos tan alarmantes ocasionó el fenómeno; en ése llamado, año sin verano, hubo fuertes nevadas en lugares tan extraños y cercanos al ecuador como México o Guatemala, lluvias torrenciales en los polos, (cosa inusual), ríos y lagos helados en pleno agosto en estados tan al sur de los Estados Unidos como Pensilvania o Georgia; en fin, y una hambruna colosal en zonas de china y Europa...
El único efecto, digamos beneficioso, de ése año de inclemencias climatológicas tan duras fue el nacimiento de las novelas, “Frankenstein” y “El Conde Drákula”. Sus autores, Mary Shelley y John Willian Polidori, reunidos junto a Lord Byron en una casa a las afueras de Ginebra, pasmados por las nevadas, el frio y las fuertes tormentas, decidieron inventar unas historias para no salir al exterior de la casa. Luego se convirtieron en dos clásicos inolvidables...
Dicho queda...
Joaquín Yerga


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