lunes, 25 de febrero de 2019

Bordeando la infamia..








Ella tiene la luz, tiene el perfume,
el color y la línea,
la forma engendradora de deseos,
la expresión, fuente eterna de poesía.

Ríe, y su carcajada tiene notas
del agua fugitiva;
llora, y es cada lágrima un poema
de ternura infinita.

¿Que es estúpida? ¡Bah! Mientras callando
guarde oscuro el enigma,
siempre valdrá lo que yo creo que calla
mas que lo que cualquiera otra me diga.
(Bécquer)

Si partimos de la base (algo en lo que todos estaremos absolutamente acuerdo) de que todos los hombres, al margen de razas, creencias y pensamiento somos exactamente iguales en derechos y libertades, y que éste derecho es inalienable a los seres humanos, les va a decepcionar lo que les cuente a continuación. Esto, aunque con palabras más apropiadas, nos lo dice el profesor de antropología Yuval Noah en su libro “Sapiens”, muy de moda últimamente..
A las conclusiones que ha llegado el profesor Noah a mi me han sorprendido y por eso quiero hablar de ellas. Sí, porque tenemos muy claro que los seres humanos debemos ser todos iguales, seamos de donde seamos, y como seamos y, ¡ay! del que contradiga estos buenos propósitos; inmediatamente será catalogado de racista, xenófobo o cuanto menos supremacista. Es más, todas las constituciones democráticas del mundo, empezando por la americana, (que es la pone de ejemplo el profesor) lo señalan bien clarito en su primer capitulo... Y no digamos la ONU, la UNESCO, el Tribunal de la Haya o cualquier institución o estamento mundial que se precie..
Bueno, pues si tomamos como verdadera la “teoría de la creación”, es decir, aquella que nos dice el primer libro de la Biblia, “el Génesis”, según la cual Dios nos creó del barro a su imagen y semejanza, únicos, idénticos, especiales en el universo, tiene mucho sentido que los hombres llevemos hoy a gala eso del derecho a ser todos iguales, pero si tomamos preferencia por la “teoría de la evolución”, me temo que eso de ser todos iguales no encaja... Me explico...
Según la teoría de Darwin, luego refrendada por la experiencia, multitud de estudios y la pura lógica, los seres humanos hemos evolucionado de una especie de mono de hace dos millones de años y que, después de diferentes etapas, hemos llegado a lo que somos actualmente, es decir, el Homo Sapiens.. Bien, pues según la evolución, las personas no hemos sido creadas, sino que hemos evolucionado. Y, ciertamente no hemos evolucionado para ser iguales; precisamente la desigualdad y la diferencia es la madre de la evolución; cada persona tenemos un código genético diferente, no hay dos iguales.. ¿Entonces? ¿A qué se debe esa insistencia en que seamos todos iguales en derechos y oportunidades?.. Entiendo que esa insistencia es sólo para los creyentes en el cristianismo, pero estos cada vez son menos..
Imagino, entonces, que el interés que ponemos todos, sobre todo las instituciones más progres y ateas, en esto de la igualdad suprema entre los hombres por encima de todas las cosas, debe ser para hacérnoslo creer y así permitirnos mantener esta sociedad estable y prospera. Supongo que si la gente supiera que esto de la igualdad inalienable es un mito, un cuento chino, la sociedad correría el peligro de desplomarse.. Voltaire, el gran filosofo y escritor francés dijo una vez acerca de Dios: “Dios no existe, pero no se lo digáis a mi criado no vaya a ser que me asesine por la noche”... En fin, seguiremos abogando por la igualdad de todos, pero sepan que solo es una quimera, una ilusión, nada ni nadie nos obliga a aceptarlo como indiscutible y verdadero, salvo los cristianos, ¡claro!.. que según ellos si fueron creados iguales..
Dicho queda...
Joaquin Yerga

No hay comentarios:

Publicar un comentario