miércoles, 13 de septiembre de 2023

¡Ay, Dios, cuanto necesitaba que le dijera aquello!

                                                                                 


Cada uno de nosotros sabe qué cosas le hace feliz. Por supuesto no todos disfrutamos con las mismas cosas. A mi, y lo digo sin falsa modestia, me hacen ser más dichoso gestos y palabras bonitas que posesiones materiales; ya no tengo edad para otra cosa mejor. Fijaos hasta qué punto

---De un hombre esperaría que me dijera: “Joaquín, eres un tipo cabal; hace mucho que te conozco y es un placer ser tu amigo”. Así tal cual..

---De un hijo o una hija me saltaría una lágrima si escuchara de sus labios: “Papá te quiero, porque siempre has estado ahí cuando te he necesitado”. Con esto me conformaría.

---¿Y de una mujer? Bueno, los piropos de labios de mujer cambian según la edad. Ahora con que una madurita se explayara conmigo: “Joaquín, eres un tipo interesante, da gusto conversar contigo. Además bailas de maravilla”. Y me iría a casa más feliz que unas castañuelas. 

Conste que de joven era menos exigente en lo tocante a las mujeres, apenas les pedía atención, miradas furtivas y arrobo en sus mejillas (señal de su interés por mi), aunque pocas veces lo conseguía.  Una de las frases que jamás he olvidado, por lo que me gustó, me la dijo una chica, y es muy simple: “¿Y a mi no me sacas a bailar?. Era la chica de mis sueños. Yo ya desistía por creer en su indiferencia absoluta hacía mi. Bueno, qué deciros, a partir de ahí entendí lo que era la felicidad. Por cierto, qué palabras os hace feliz a vosotros

En fin, a todos y a todas nos gusta que nos regalen el oído con palabras bonitas y el que diga lo contrario miente, salvo que el tipo venga ya de vueltas de todo y le importe un pimiento, y entonces mal asunto..

Joaquín




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