Decir adiós.. La vida es eso.
Y yo te digo adiós y sigo...
Volver a amar es el castigo
de los que amaron con exceso.
Amar y amar toda la vida,
y arder en esa llama.
Y no saber por qué se ama...
Y no saber por qué se olvida.
Coger las rosas una a una,
beber un vino y otro vino
y andar y andar por un camino
que no conduce a parte alguna.
--José A. Buesa--
A sus 36 años la vida le sonreía, estaba feliz y enamorada, todo era maravilloso. Pero un día vuelve a casa y su marido, muy serio, le dice que quiere hablar con ella. Pasan al comedor y se sientan en dos sillas, frente a frente. Se impacientó.
Tal vez esté enfermo y le cueste decírmelo---pensó en un principio, y eso le preocupó.
--Cariño, siento mucho lo que te voy a decir---le confesó su marido---me he enamorado de otra y te voy a dejar, ¡lo siento!.
Tardó en reaccionar. Creyó que era una broma. Pero, claro, él jamás decía esa clase de bobadas, así que empezó a tomárselo en serio. Y de pronto se puso lívida. El corazón se le paró.
Pero ella era dura. Con toda la frialdad del mundo se levantó de la silla y, sin mirar siquiera a su marido se metió en su habitación.
Él quedó esperando. La imaginaba desesperada llorando e intentando encajar el golpe. Pero de sobra sabía que no era muy dada a manifestar sus emociones. Lo que hizo ella después le desconcertó, porque...
No tuvo que esperar mucho tiempo. Al poco rato la vio salir de la habitación vestida de negro y con su bolso gris debajo del brazo. Intentó seguirla, hablarle, decirle otra vez que lo sentía de veras. Se quedó con las ganas, ni volvió la cabeza ni le dijo adiós.
Pasaron los días y las noches, y no volvió a saber de ella. La gente de su alrededor empezó a impacientarse. Su familia, sus amigos, todo el mundo se temieron lo peor.. Removieron Roma con Santiago, la buscaron por todos los sitios inimaginables, pero nada..
En un hotel de mala muerte no muy lejos de su casa pasó su duelo. Quince días sola, amargada, y dándose a la bebida fue el tiempo que necesitó para salir del fondo.
Y pasó la tormenta. La vieron llegar, fresca, sonriente y con ganas de empezar de nuevo, aunque la procesión iba por dentro.
Con el tiempo se volvió a casar. Ahora es feliz. Dicen sus amigos que no le guarda rencor a su ex-marido.
Por cierto, es una historia real. Le ocurrió a una reconocida escritora de fama mundial.
Joaquín
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