Llamarada de ayer, ceniza ahora,
ya todo será en vano,
como fijar el tiempo en una hora
o retener el agua en una mano.
Ah, pobre amor tardío,
es tu sombra no más lo que regresa,
porque si el vaso se quedó vacío
nada importa que esté sobre la mesa.
--J. A. Buesa--
Aquel día encontré a Don Saturnino, melancólico, triste diría yo. De ahí las palabras que me dirigió cuando yo le pregunté:
"La vida es una larga y continua enseñanza, Joaquín, de la que sale de aprendiz apenas un rato antes de llegar a la meta".
Don Saturnino era, cuando lo conocí, un maestro de escuela ya retirado. Murió hace ya unos años. Como vecino de la calle y amigo, pasamos buenos ratos juntos. Sabio, curtido en mil avatares de la vida, fue muy querido por todos los del barrio, que a él acudían a pedirle consejo.
Poco después falleció de manera repentina. Comprendí entonces el porqué de su afectación aquel día.
Recuerdo que años antes, mientras tomábamos unas cervezas en el bar de siempre, donde los vecinos solemos reunirnos a ver los partidos, me había recomendado unos buenos consejos como respuestas a preguntas que yo le hacía:
--¿Qué cuáles son las lecciones de vida que he aprendido, me preguntas? Toma nota de este decálogo, amigo mío---me dijo tajante.
--Los mejores amigos se ven tres veces al año y puede que no tengan fotos juntos.
--Si envías mensajes, llamas y te siguen ignorando, simplemente aléjate.
--Nadie encuentra su camino sin haberse perdido varias veces.
--En la vida unas veces se gana, otras se aprende
--No dejes que tu soledad te obligue a reconectar con la persona equivocada.
--La verdadera relación nace cuando el silencio entre los dos es cómodo.
--Ve allí donde tu energía sea apreciada, donde seas bienvenido
--Aún no has conocido a todas las personas que te querrán en la vida.
--Si hoy no es tu día, recuerda que el año tiene 365 días.
Don saturnino murió hace ya unos años, como os he contado, pero nunca he olvidado sus consejos.
Joaquín
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