lunes, 19 de junio de 2023

Mujeres resignadas; las más de todas

                                                                                



¡Madre, madre, aquí estoy. Cuando la suerte quiso.
Enfermo y cansado, temí que mis despojos,
con las manos cruzadas y cerrados los ojos,
llegaran hasta a ti; por eso vine antes,
para mirar de nuevo tus estrellas radiantes.
Cual si fuese un fantasma, ya mi sombra se aúna
a la de los sabinos del bosque milenario en las
noches de luna!.

--F. A. Icaza--


Todas las mujeres, solteras o casadas, debían hacer el amor con un extranjero que visitara la ciudad. Si, lo que oís. Lo hacían, no por amor, ni por vicio, ni por dinero, sino como ofrenda a Afrodita.

El lugar de la coyunda era el enorme santuario de la diosa, en mitad de la ciudad. Las mujeres de mayor rango social se dirigían al santuario en carruaje cubierto, seguida de su servidumbre. Las más pobres iban andando y a cara descubierta. 

Una vez en el Santuario tomaban asiento con una corona de laurel en la cabeza. Mientras unas llegan, otras se van, y entre ellas quedan unos pasillos delimitados por cuerdas que van en todas direcciones. Por ellos circulan los extranjeros, y hacen su elección. 

Una vez elegida, el extranjero le echa una moneda en el regazo y debe decir: “Te reclamo en nombre de la diosa Afrodita. Luego la posee

Las chicas tienen que hacer el amor con el primero que le eche la moneda, sin despreciar a nadie. Ahora bien, tras la relación sexual, una vez cumplido el deber para con la diosa, regresa a su casa y en lo sucesivo por mucho que les des no podrás conseguir sus favores.

Las mujeres guapas y con buen tipo se van pronto, (los extranjeros no son tontos) Las poco agraciadas tienen que esperar mucho tiempo sin poder cumplir la ley. Algunas llegan a esperar hasta tres y cuatro años, yendo y viniendo a diario al templo.

¡Ay, Dios, pobres mujeres, siempre al albur de las estupideces de los hombres!.. ¿Os imagináis a mujeres casadas, decentes, tener que acostarse con el primero que llegue, sea este un bestia, un guarro, un pervertido, un salidorro babeante?...

En fin, esto se hacía en Babilonia, la famosa ciudad de los jardines colgantes, tan próspera y tan rica ella..

Joaquín

                                                                      

                                       Templo de Afrodita, en Babilonia

                                                                   

                                       Jardines colgantes, de Babilonia






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