¡Oh! Qué fuentecanteñas aquellas

                                                                                     

 

¿Sólo tú mi secreto no conoces,

por más que el alma con latido ardiente,

sin yo quererlo, te lo diga a voces?

Y acaso has de ignorarlo eternamente,

como las ondas de la mar veloces

la ofrenda ignoran que les da la fuente.

--Manuel del Palacio--

¿Qué si fuimos un pueblo grande me preguntáis? No os lo vais a creer, pero hicimos el número diez más poblado de la provincia de Badajoz, una provincia, por cierto, de las más densamente pobladas antaño.

Sí, os parecerá mentira, pero en Fuente de Cantos llegó haber a mitad del siglo XIX más de 500 telares. Telares en casas particulares, en donde las mujeres se dedicaban a confeccionarse sus propias prendas de vestir, para ellas, sus maridos y sus hijos.

Fijaos: ellas compraban la lana en bruto y ellas mismas la cardaban, hilaban y tejían, y todo compaginando las tareas propias del hogar y los hijos, mientras los maridos trajinaban en el campo, ¡menudas jabatas!. 

El funcionamiento de un telar consistía en cruzar los hilos longitudinales, llamados urdimbre, con los verticales, denominados trama, de modo que al pasar la urdimbre por encima y por debajo de la trama resultaba el tejido. Algunos telares han permanecido activos en Fuente de Cantos hasta los años cincuenta del siglo XX; mi madre me hablaba de ellos.

¿El material usado para hacer las prendas? Pues, además de la lana, el cáñamo y el lino. Con el cáñamo había toda una tradición de conocimiento natural que conseguía transformar una planta tan burda, en útiles sábanas, colchas, toallas, camisas, calcetines, sacos y trapos.. 

La lana, sin embargo, la hilaba tal y como se obtenía de las ovejas, sin rueca. Se cogía una borra de lana con una mano y con la otra la iban estirando. Cuando el hilo era suficientemente largo, lo ovillaban en el huso. Así quedaba definitivamente preparado el hilo que debía servir para hacer tricotas o calcetines bien gruesos, para evitar los sabañones, tan frecuentes en aquellos inviernos.

En fin, qué abuelas y bisabuelas más apañadas hemos tenido los fuentecanteños.. 

Joaquín

                                                                                

                                                            Típico telar casero

                                                                                 

                               como este de la foto tuvieron que ser muchos telares fuentecanteños