martes, 21 de marzo de 2023

La mujer de mi mejor amigo

                                                                                              



La vi pasar con otro... Su semblante 

resplandecía de felicidad. 

Y me subió a los labios mi sonrisa galante, 

con algo de impotencia y algo de vanidad. 

--J. A. Buesa--



Esa noche, Pepi, la mujer de Pedro, mi mejor amigo, se quedó a cenar en mi casa y, entre lágrimas y también alguna sonrisa que conseguí provocarle después, me fue detallando su historia, su triste historia reciente.

Me contó que apenas se atreve a salir desde aquel día ni a decirle nada a nadie sobre su desengaño amoroso, aún tiene el corazón destrozado. De Pedro, su ex, no había vuelto a saber nada, pero me aseguró que a pesar de su traición no le guarda rencor, pues fueron muchos años de amor mutuo y profundo.

La velada se prolongó más allá de la madrugada. Acabamos de cenar, tomamos unas copas, y hablamos, y reímos. Pero, por un instante se puso seria otra vez, me miró a los ojos y me preguntó del porqué de mi soltería y de mi, sempiterna melancolía...

Yo me sorprendí por la pregunta, pero reconocí su perspicacia. Me levanté del sofá donde disfrutábamos los dos de la sobremesa nocturna y me dirigí a mi escritorio, abrí un cajón y saqué una carta de su interior. Luego se la mostré y le pedí que la leyera.. Jamás a nadie le había contado esa parte de mi vida y menos a ella.

La leyó despacio y a media voz..

A Pepi.................................



Mientras leía la carta yo miraba su cara, y la vi emocionarse. Incluso una lágrima creí advertir en sus hermosas pupilas azules.

Al terminar la dejó encima de la mesa, se acercó a mi y rozó sus labios con los míos. Me susurró al oído:

---Por qué nunca me dijiste nada.

Luego me dio un suave y lánguido beso que yo percibí dulce, muy dulce. Acabamos fundiéndonos en un fuerte abrazo. Ella había comprendido. 

Los dos teníamos motivos suficientes para llorar aquella noche... y para amarnos después..

Por cierto, la carta fue la última que le escribí antes de que se casara con Pedro, mi mejor amigo. Jamás la eché al buzón, claro.

Joaquín






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