viernes, 3 de marzo de 2023

El extremeño que se empeñó en explicar que no era un soberbio

                                                                                     


   


A la luz tibia de otoñal ocaso

entre marchitos arboles  torcía

mi errante senda el caprichoso acaso,

deidad hermosa y triste hallé a mi paso,

y eras tú esa deidad, Melancolía.

--Teodoro Llorente--


Pocos, por no decir ninguno, estamos libres de las flaquezas del alma, aunque siempre habrá algunos que le flaquee más de la cuenta. Os lo decía por los grandes pecados que arrastramos cada uno de nosotros ya desde la cuna, según la iglesia católica. O defectos del corazón, según la tradición laica.

La Iglesia ha fijado siete como los pecados más imperdonables. Y realmente son siete vicios muy arraigados en la psique humana. 

La Soberbia es el verdadero rey de los vicios. Es algo así como un deseo excesivo por creerse más que nadie; es el amor desmedido por uno mismo, ¡Uy, que me da la nariz que tenemos en España más de un soberbio.

La Avaricia es el amor desmesurado por la riqueza. Es un vicio capital, porque ese afán por el dinero o por cualquier cosa que se desea desmedido, lleva a la persona a tratar de conseguirlo mediante cualquier medio.

La Lujuria es otro de los pecados capitales más populares, y no es otra cosa que el ansia excesiva por el placer sexual, hoy muy en boga.

La Ira, es un sentimiento de indignación, de venganza o furia. Pueden ser tan fuertes las emociones desatadas, que uno puede cometer cualquier barbaridad cuando la tenemos exaltada.

A comer y beber cada día como si no hubiera un mañana, se le llama Gula, y es jodido porque se daña el cuerpo por el mero de experimentar ese placer y porque dificulta o imposibilita llevar a cabo trabajos y otros deberes.

La Envidia es un pecado capital masivo. De los españoles el primero con diferencia. La envidia es ese pesar o rencor del bien ajeno. Se te llevan los demonios por la buena suerte de alguien, deseando que dicha fortuna fuera tuya.

Y luego está la Pereza, que no es mas que el desafecto o la dejadez por las cosas que se deben hacer. Es un abandono físico y espiritual.

No obstante para insoportable la Hipocresía, que, aunque no sea un pecado capital es insufrible. Nada me disgusta más que un hipócrita. Es decir, un tipo que machaca el defecto de alguien cuando él hace lo mismo en privado, incluso multiplicado por tres. Ciertos políticos son muy dados ello. 

Por cierto, os cuento un secreto, mi pecado capital es la pereza, ¿y el vuestro?

En fin..

Joaquín







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