¿Quién
del olvido es culpable?
Ni ella ni
yo: la distancia...
¿Qué pensará
de mis versos?
tal vez mucho, quizá
nada.
No sabe que en mis
tristezas,
frente a la cruz de
plata,
invento unas oraciones,
que
suplen las olvidadas.
--Fco. A. de Icaza--
Encarnación, la joven viuda de Antonio Encomienda estaba de muy buen ver. Su marido había muerto de pulmonía no hacía mucho.
Encarnación había llorado a su esposo y guardado luto un par de años, pero su rabiosa juventud la hizo caer en aventuras amorosas poco recomendables, sobre todo si esas aventuras llegaban a oídos de la familia del marido muerto.
Por su parte, Nicanor Moreno, era un joven fuentecanteño tarambana de veinte años, guapete, bien parecido y con mucha labia. Toda la calle Almena sabía que andaba detrás de Encarnación, la viuda, pero a nadie se le pasó por la cabeza que algún día acabaran los dos enrollados, y que ella accediera, ¡claro!.
Una noche gozaban los dos de las mieles del sexo en casa de Encarnación, en la calle Almena, ¡eran tan jóvenes y ardorosos!. ¿Llegarían a amarse de veras, o sólo sexo fue lo suyo?.. Nunca lo sabremos porque, esa noche...
Sí, esa noche un asesino los pilló en la cama. Un tipo armado con una escopeta descerrajó dos tiros a Nicanor; murió en el acto. Nadie vio nada, Encarnación tampoco (al menos eso dijo). Sólo los fogonazos de los disparos iluminó la noche oscura.
La gente oyó los tiros y escandalizada salió a la calle. Todos los del barrio de San Juan y el Canal no pegaron ojo esa noche, querían saber.
Un vecino se presentó en el cuartelillo, entonces en la calle Martínez, y dio aviso a los civiles, que enseguida se presentaron e investigaron, pero nada se supo del asesino.
Se oyó en el pueblo que pudo ser uno de los hermanos de Antonio Encomienda, el marido fallecido, dolido por el desliz de su cuñada. Otros que el asesino pudo ser un amante celoso de Encarnación. En realidad, un misterio ya imposible de resolver..
He de deciros que todo esto es real, ocurrió en una casa de la calle Almena, en Fuente de Cantos, una noche de finales de invierno de 1869.
Joaquín
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