jueves, 9 de marzo de 2023

A propósito del baile

                                                                                        



Por fortuna ya no siento

aquellas melancolías,

ni doy a nadie tormento

con vanas filosofías.

Ya no me meto en honduras

ni hablo de llantos ni penas,

ni canto mis amarguras

ni las desdichas ajenas.

He cambiado de tal modo,

que soy otro diferente,

pues hoy me rio de todo,

¡y me va perfectamente!

--Vital Aza--



¿Qué quién fue Vito?. Bueno, contar la vida de Vito es para mear y no echar gota, con perdón. Triste infancia tuvo el pobre, tan triste que no pasó de ella.

Vito era un chico siciliano que vivía tan ricamente en su pueblo natal junto a sus padres y hermanos; y digo ricamente porque pobre no era. Pero se cruzó en su camino Modesto, un buen tipo.

Modesto convenció a Vito a que se hiciera cristiano, a espaldas de sus padres, paganos, y Vito se convirtió, y luego él mismo quiso convertir al hijo del gobernador, amigo suyo, y éste se enteró y lo metió en la cárcel..

¡Oh, pobre Vito!.. De allí lo sacaron directamente para llevarlo a la hoguera, por no querer renegar de su fe. Eran tiempos de los mártires..

Lo colocaron sobre una parrilla con brasas incandescentes. Y, claro, el pobre saltaba sobre ellas, ¡y quién no!, quemaban que eran gusto, y así hasta morir.

Y qué mala pipa la de la gente, ¡mira que hacerlo patrón de los bailarines, por los brincos que pegaba al quemarse los pies!. 

En fin, tiene bemoles la cosa, porque también su nombre y sus saltos sirvieron para denominar a una enfermedad epiléptica de mucho movimiento, el baile de San Vito.

Por cierto, no os lo he dicho, aunque en realidad ya lo habéis descubierto, al chico lo santificaron con el nombre de San Vito. Apenas 13 años tenía cuando lo martirizaron. La semana que viene es su santo; por eso me he acordado..

Joaquín




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