Entre
los áureos rizos,
por el amor
deshecho,
yo vi calientes,
húmedos,
brillar tus ojos
negros.
El clavel de tus
labios
brindaba miel de besos
y
fue mi boca ardiente
abeja de sus
pétalos
--Enrique de Mesa--
El estadounidense Larry Shy ha viajado en múltiples ocasiones a España. Adora nuestro clima, nuestra comida, nuestras aceitunas y el aceite, nuestro queso, nuestra carne (la mejor, junto a la argentina, dice); nuestra historia, ligada inevitablemente a la cultura culinaria.
Cuando Larry viene a España, recorre una por una las principales ciudades de la geografía nacional apuntando sus virtudes: desde Burgos, con su «increíble cordero»; Segovia, con «el mejor cochinillo del mundo»; Mérida y su pasado romano, la increíble paella valenciana; los «asombrosos edificios de Barcelona»; la ciudad gótica y barroca de Toledo; la «majestuosa» Alhambra de Granada; y, por supuesto, Madrid, «la ciudad con más bares del planeta».
Otros aspectos que destaca de nuestro país es el entero mes de vacaciones del que disponemos por ley, las cuatro denominaciones de origen del ibérico, (sobre todo el extremeño) el vino de la Rioja, la belleza del País Vasco, el carnaval de Tenerife, la incansable fiesta en Ibiza, el valor de una buena siesta, la estrella Galicia, el mejor partido de fútbol del mundo (Barcelona - Real Madrid) y la «clase que desprende» ver una tarde de domingo a una pareja anciana, agarrada del brazo, bien vestida, como si fueran a la iglesia, caminando calle abajo sin motivo.
Por cierto, Larry, que quiere ser enterrado en España cuando muera, se echa las manos a la cabeza y no entiende que los españoles no seamos conscientes de la suerte que tenemos de vivir aquí y nos dediquemos a denigrarnos unos a otros.
En fin, lo que piensa Larry, lo he pensado yo siempre, conste..
Joaquín
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