Nacer y morir, y todo a la vez..
Entretanto,
al lado de mujer tan seductora
no
podía dormir, siendo yo un santo
que
duerme, cuando no ama, a cualquier hora.
Mil
veces intenté quedar dormido,
mas
fue inútil empeño
admiraba
a la joven , y es sabido
que
a mi la admiración me quita el sueño.
Yo
estaba inquieto, y ella,
sin
echar sobre mi mirada alguna,
abrió
la ventanilla de su lado,
y
como un ser prendado de la luna,
miró
al cielo azulado,
preguntó,
por hablar, qué hora sería,
y
al ver correr una fugaz estrella,
--¡Ved,
un alma que pasa! --me decía
--Campoamor--
Y
parirás con dolor, dice la Biblia...
“Maternidad
es sinónimo de eternidad..
Así rezaba un dicho muy popular. Y es que.. no pocas mujeres morían
antaño al parir.
Una
de las infecciones que más mujeres mató fue le fiebre
puerperal, o sepsis puerperal.
Apareció por primera vez en Alemania en 1652 y desde allí se
propagó por toda Europa. Surgía de repente, a menudo después de un
parto normal, cuando la madre y el bebé estaban ya bastante bien..
Inexplicablemente provocaba en sus víctimas fiebre y delirios
produciéndole las más de las veces la muerte. En los brotes más
virulentos hasta el 90% de ellas morían. Por ese motivo muchas
pedían parir en casa y no en un hospital.
El
primero que descubrió que la alta mortandad de las mujeres al parir
era debido a la poca higiene de los médicos fue el instructor médico
suizo Ignaz Semmelweis. En 1856 hizo un pequeño estudio sobre el
asunto y sugirió a los médicos que atendían a las parturientas
extremar la higiene en manos y objetos. No le hicieron mucho caso.
Luego,
con los años, Semmelweis llegó incluso a volverse loco. Perdió su
trabajo, deambuló por las calles de Viena despotricando solo y acabó
en un manicomio. Allí murió debido a los golpes que le daban los
celadores.
Cuando
más tarde los doctores, Pasteur y
Lister, descubrieron
por qué se producían los procesos infecciosos, entonces la ciencia
se acordó del pobre Semmelweis y sus consejos. Se hubieran salvado
miles de mujeres de haberle hecho caso...
Esta tragedia terminó en la segunda mitad del siglo XIX, aunque en España tuvo menos incidencia que en otros países europeos..
En Fuente de Cantos, zona rural, las mujeres parían en casa, por lo tanto y aunque la higiene brillaba por su ausencia, no muchas morirían por ella. Si tenemos en cuenta, claro, que era en los hospitales, donde los médicos con las manos sucias despues de haber tratado cadáveres tocaban a las desgraciadas parturientas..
Mira por donde que el atraso de entonces nos benefició a nosotros en esta desgracia. Pero no así en otras enfermedades del mismo tipo, es decir, infecciosas.. Sólo recordar que hubo años en los de enterrar, deprisa y malamente, a cientos de niños fuentecanteños por estas cosas..
En fin, alegrémonos, despues de todo, de haber nacido en estos tiempos..
Joaquín
De excelencia.Gracias.
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