En casa de un cerrajero
entró la serpiente un día,
y la insensata mordía
en una lima de acero.
Díjole la lima, "el mal,
necia, será para ti"
¿Cómo has de hacer mella en mi
que hago polvos el metal?.
Quien pretende sin razón
al más fuerte derribar
se consigue sino dar
coces contra el aguijón.
--Samaniego--
Imaginaros una España en donde el cincuenta por ciento de las propiedades rurales y urbanas y estuviesen en manos del clero. Si, que pertenecieran a conventos, iglesias, obispados, monasterios etc. etc. Y claro, estas tierras e inmuebles serían casi improductivos, porque los curas, en teoría, se dedican a rezar y dar misas, no más... los bienes de las Manos Muertas, le decían..
Con un país así no hay manera de prosperar, trabajaban cuatro para mantener a diez. Bien, pues esa era la España que tuvimos hasta la mitad del siglo XIX, y Fuente de Cantos también, faltaría más..
Al morir Fernando VII, (ése rey tan chungo que tuvimos una vez) los nuevos políticos, un poco más liberales que los de antaño, se propusieron quitarle esas tierras improductivas a los religiosos. Y entró en escena la Desamortización...
Le encargaron el asunto a Juan Álvarez Mendizábal (Juan y Medio le llamaban por su gran estatura) que en 1836 legisló un par de decretos obligando a los clérigos a abandonar sus cenobios. De aquella época viene el cierre de miles de ermitas, conventos y monasterios, entre ellos los nuestros de San Diego, el de San Juan de Letrán o el las hermanas Concepcionistas (en el Rincón) que tuvieron que echar el cierre..
Imaginaros.. antes de la desamortización había solo en Madrid 75 conventos; una ciudad con apenas 150.000 habitantes entonces. Y en Sevilla no digamos, 40 cenobios para poco más de 60.000 habitantes..
Fuente de Cantos no se quedaba atrás, además de la Parroquia, los conventos del Carmen, San Diego y Concepcionistas y la ermita de la Hermosa, como principales, llegamos a tener hasta 16 ermitas.
Joaquín
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