Yo no creía en el amor. Hoy creo.
Creo, porque me hieren sus espinas.
Yo era ciego quizás... y ahora veo...
Veo un sol que se me hunde, y mi deseo
le sigue entre las brumas vespertinas.
--Rubén Darío--
Imaginaros una España en donde el 50% de las propiedades urbanas y rurales estuviesen en manos del clero. Si, que pertenecieran a conventos, iglesias, obispados, monasterios etc. etc. Y claro, estas tierras e inmuebles sería casi improductivos, porque los curas, en teoría, se dedican a rezar y dar misas, no más.. Los bienes de las Manos Muertas, le decían..
Con un país así no hay manera de prosperar, trabajan cuatro para mantener a diez. Bien, pues esa era la España que teníamos a mitad del siglo XIX. Y fue morir el felón de Fernando VII, (ése rey tan chungo que tuvimos una vez) y los nuevos políticos, un poco más liberales que los de antaño, se propusieron quitarle esas tierras improductivas a los religiosos. Y entra en escena la Desamortización...
Le cargaron el asunto a Juan Álvarez Mendizábal (Juan y Medio le llamaban por su gran estatura) que en 1836 sacó un par de decretos obligando a los clérigos a abandonar sus cenobios. De aquella época viene el cierre de miles de conventos y monasterios. Las tierras circundantes se reagrupó en lotes y se vendieron al mejor postor..
Pero cometieron un error garrafal, como eran grandes lotes los compraron la gente más pudiente, es decir, aristócratas, burgueses enriquecidos o negociantes, y claro, los pobres siguieron siendo pobres y los ricos más ricos.. Fue una buena idea, pero tuvo muchos fallos. Luego hubo otras dos desamortizaciones más, sobre todo la de Madoz, que dio la puntillada final al poderoso clero de antaño..
Por cierto, dicen que realmente esto no lo hicieron para redistribuir la tierra entre todos, sino porque el gobierno de turno necesitaba pasta para costear las guerras carlistas.. y quizás lleven razón..
La Iglesia para defenderse amenazó con excomulgar a todos los que compraran sus tierras, pero fue en vano..
Joaquín
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