jueves, 30 de abril de 2020

A flor de piel...




Amiga...
Todavía recuerdo la noche que lloraste porque te amenacé
con romper lo nuestro. Tú ignorabas que yo iba de farol.
Fue el día más feliz de mi vida; llorabas por mi.
Tiempo después me dejaste tú y yo no lloré. 
Pero ésas lágrimas que entonces no derramé;
quizás por fingida dignidad, te las cobraste luego con creces.
Aún brotan a chorros de mi corazón..
--Joaquín--


Uno de los efectos colaterales que este mal bicho de virus ha sido capaz de urdir en algunos enfermos es desconcertante, les ha descoloreado la piel. Supongo que muchos habrán visto las imágenes de al menos dos orientales que al final de su convalecencia acabaron con la piel negra, cuando eran de piel blanca. Dicen que es debido al grado de fatiga que el virus impone al cuerpo y sus defensas; hasta el punto de alterar seriamente el comportamiento de las glándulas que producen la melanina, responsable de nuestro color natural de piel. Es increíble el estropicio orgánico que estos tipejos de virus pueden llegar a producir en nuestro cuerpo..
La melanina es la responsable de dar a la piel esos colores tan vistosos y variados que tenemos los humanos, y los animales; incluso a las plumas de los pájaros y a las escamas de los peces. También da color a nuestros cabellos. Por eso a medida que envejecemos y la producción de esta hormona disminuye, el cabello se pone gris y la piel ajada..
El color de la piel ha sido una excusa histórica para menospreciar a millones de personas que han vivido esclavizados por tenerla oscura, cuando esto es una memez; es lo que menos nos diferencia unos a otros. Puestos a buscar desigualdades entre razas humanas, las habría mucho mayores en el tipo de cráneo o el factor de la sangre

La coloración de la piel es una simple defensa natural que nos proporciona la evolución para resguardecernos de los rayos solares. O todo lo contrario, predisponernos a asimilar más vitamina D en lugares escasos de sol. Por cierto, se acaba de descubrir que en poco más de 3.000 años un negro que se fuera a Suecia se volvería blanco. Antes se pensaba que se necesitaban al menos unos 10.000 años para esa adaptación.
Supongo que saben que la piel es nuestro mayor órgano. Mantiene nuestras tripas y otras visceras desagradables de ver fuera del alcance de la vista. Nos proporciona el sentido del tacto, brindándonos placer, calor, y casi todo los que nos hace vitales. Mide unos dos metros cuadrados y pesa entre cinco y siete kilos, dependiendo de la estatura del individuo. A diferencia del riñón o el corazón la piel nunca falla; nuestras costuras no revientan ni tenemos fugas..
La piel está formada por una capa interna llamada dermis y una externa, epidermis. La epidermis está formada exclusivamente por células muertas. Resulta una idea fascinante que aquello que nos hace bellos y encantadores esté muerto. Allí donde el cuerpo se encuentra con el aire, todos somos cadáveres. Esas células externas de piel se remplazan cada mes. Perdemos piel de manera copiosa, unos 25.000 copos cada minuto; esto supone medio kilo de polvo al año.
La dermis contiene una serie de receptores que nos mantienen en contacto con el mundo; se llaman corpúsculos de Meissner. Ellos son los que detectan el calor, la humedad y el más ligero y sensible roce, por eso son más abundantes en las zonas erógenas y otras áreas sensitivas como en la yema de los dedos, los labios, la lengua, el clítoris, el pene o los pezones femeninos. Parece ser que las mujeres tienen más desarrollada la sensibilidad táctica de los dedos, pero quizás sea porque al ser más pequeñas las manos tienen la red de sensores más densa. Una cosa interesante del tacto es que el cerebro no solo nos dice qué sensación nos produce algo, sino qué sensación no debería producir. En fin, mágico..
Joaquín



No hay comentarios:

Publicar un comentario