miércoles, 29 de abril de 2020

Con la muerte en los talones

                                                                                      




¿Sabíais que en España ya nadie muere de viejo? No, eso era antes, ahora es obligatorio el certificado de defunción, que tiene que especificar la causa explicita de muerte. 

Por cierto, según estudios al respecto, la mayoría de la gente a punto de morir (instantes antes) han dicho tener sueños muy intensos pero reconfortantes. Pero, no os hagáis ilusiones, no es nada espiritual, esa sensación se produce por una serie de reacciones químicas en el cerebro. 

Y ya que estamos en faena, el famoso “rigor mortis” o rigidez de la muerte, y que tantas veces vemos en películas policíacas, no es otra cosa que un agarrotamiento muscular. Se suele producir entre treinta minutos y cuatro horas después del fallecimiento y puede durar un día. Esto le da muchas pistas al medico forense sobre la hora exacta del óbito. Mirad:

La cosa comienza por los músculos faciales y se va desplazando hasta abajo del cuerpo. Y no se sorprendan, pero en realidad un cadáver es algo muy vivo. Solo que esa vida no es la nuestra, sino las de millones de bacterias y demás bichitos que se ponen las botas con nosotros una vez que estiramos la pata..

Perdónenme por lo tétrico, pero que sepáis que eso de que las uñas y el pelo crecen después de la muerte es una mentira podrida, un mito. Nada crece una vez muerto. Y más datos, los que prefieren ser enterrados, que cada vez son menos, deben saber que tardan en descomponerse entre cinco y cuarenta años, salvo que se esté momificado como Lenin o Evita Perón, Tutankamón.

Si tenemos en cuenta que las tumbas de los seres queridos muertos se visitan como mucho durante quince años, quiere esto decir que la mayoría de nosotros tardamos más en desparecer de la faz de la tierra que de la memoria de nuestros familiares..

Claro, que si no queremos proporcionarles un festín a los bichejos esos y ansiamos desaparecer cuando antes, siempre podemos incinerarnos. Eso sí, cuando pienso en lo que presumimos y lo mucho que fastidiamos, y resulta que de todo eso sólo queda de nosotros unos tres kilos de insulsas cenizas que caben en un bote, se me cae el alma al suelo. En fin, vaya tema..

Joaquín






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