Amiga...
Tu infinita sed de
amar
confirma mis
sospechas;
desbordas
sensibilidad.
Déjame susurrarte
al oído,
permíteme decirte
que
eres ninfa de
límpido mar;
una sirena
disfrazada de mujer
en busca de su
príncipe azul
que le decore su corazón
con poemas de
coral.
--Joaquín--
Hace 4.200 años, el
rey Gilgamesh de Uruk, en la antigua Mesopotamia, era el
hombre mas fuerte y hábil del mundo. Un triste día, Endiku, su mejor amigo, muere. Gilgamesh se sentó junto al cadáver y
lo observó durante muchos días, hasta que vio que un gusano salia
por la nariz. Aterrorizado, decidió en ése mismo momento que él
nunca moriría, y tomó una decisión..
Se puso en camino por
lugares lejanos, en un viaje interminable para demostrar a todo el
mundo que él era invencible, que podía con todo, hasta con la
muerte. Hizo añicos a los gigantes de piedra que atemorizaban a
sus súbditos, noqueó al barquero, vadeó el río de los muertos, y se encontró a Urshapishtim, el único superviviente del diluvio
primordial universal, pero fracasó en su intento. Volvió a su ciudad con
las manos vacías y tan mortal como siempre.
A partir de ahí
quedó claro que la muerte era inevitable, algo consustancial
a la vida porque así lo querían los dioses.. Todas las religiones
que surgieron tras Gilgamesh entendieron la muerte,
casi, como la otra cara de la vida. Incluso algunas preparaban a sus
creyentes con más ahínco para el más allá que para este mundo..
Mucho más tarde de todo aquello y de alguna manera, el judaísmo, el cristianismo o el Islam no se comprenden sin el culto a la muerte. ¿Pero saben qué? Eso está cambiando. Ahora pocos piensan ya en la muerte como algo divino, impuesto e inevitable. Los científicos actuales ven la muerte como un asunto técnico, fisiológico, algo que tendremos que superar y curar, como hacemos con la tuberculosis o con el cáncer..
Mucho más tarde de todo aquello y de alguna manera, el judaísmo, el cristianismo o el Islam no se comprenden sin el culto a la muerte. ¿Pero saben qué? Eso está cambiando. Ahora pocos piensan ya en la muerte como algo divino, impuesto e inevitable. Los científicos actuales ven la muerte como un asunto técnico, fisiológico, algo que tendremos que superar y curar, como hacemos con la tuberculosis o con el cáncer..
El proyecto vital de
la revolución científica es dar a la humanidad la vida eterna,
aquí, en la tierra,
y a pesar de la que está
cayendo ahora con lo del virus, camino de eso vamos. Miren, hasta
hace unos siglos la gente moría de infinidad de enfermedades de todo
tipo, sobre todo infecciosas. Cualquier rasguño un poco serio en el
cuerpo era susceptible de cangrenarse, y había que amputar
a lo bestia.
Acabo
de extraer del magnifico libro “Sapiens,
de animales a dioses”
del profesor Yubal Noah Harari
(lo me ha dado pie a escribir esto) que en cualquier batalla de
las de entonces las amputaciones eran masivas. Por ejemplo, a la
mañana siguiente de la batalla de Waterloo (que
perdió Napoleón en 1815) junto a los hospitales de campaña se
formaron verdaderas montañas de brazos, manos, pies y
piernas de los supervivientes serradas sin contemplaciones,
y sin anestesia. Los carpinteros y carniceros eran muy apreciados en
los ejércitos porque cortaban los miembros dañados de maravilla.
Hasta
el siglo XVII, las religiones consideraban que la muerte y
sus consecuencias eran centrales para el significado de la vida.
Desde entonces para acá las religiones e ideologías como el
liberalismo, el socialismo, el ecologismo o el feminismo han perdido
interés por ella, tan sólo el nacionalismo concede a la
muerte un papel central; si
acaso promete a sus fieles que quienes mueran por la nación
vivirán para siempre en la memoria colectiva. Pero es una promesa
que ni ellos saben qué hacer con ella.
Por
cierto, la historia de Gilgamesh,
es el mito o leyenda (escrita en versos) más antiguo que conocemos..
Joaquín
No hay comentarios:
Publicar un comentario