martes, 7 de abril de 2020

Tontos, lelos, bobos, pero imprescindibles..





¿Para qué contar las horas?
No volverá lo que se fue,
y lo que ha de ser ignoras.
¡Para qué contar las horas!
¡Para qué!... 

--F.A. de Icaza--


Fijaos en los espermatozoides: son unos pobres idiotas. Cuando son lanzados hacia un útero femenino parecen atontados, son malísimos nadadores y apenas tienen sentido de la orientación.

Sin ayuda, los espermatozoides tardarían horas en llegar al útero. De ahí que la eyaculación masculina constituya un esfuerzo tan vigoroso. Lo que para el hombre es una explosión de placer, en realidad es como un lanzamiento de un cohete que ayuda a la capsula espacial cargada con ellos a atravesar esa atmósfera llamada zona pelúcida y esparcirlos por el útero.

Los espermatozoides entran en el útero despistados. De hecho la mayoría fracasa en su intento de emparejarse con un óvulo. Y eso que éste es 100 veces más grande que ellos. Eso sí, si uno lo hace se abrazan los dos (óvulo y espermatozoide) y activan una especie de barrera eléctrica a su alrededor para impedir el paso a otro espermatozoide.

Qué torpeza tan extraña les otorga la naturaleza para que necesitemos tantos (150 millones) cuando sólo uno llega a su destino. No obstante, si todo va bien en el plazo de una semana el cigoto (ADN del espermatozoide + ADN del ovulo) habrá producido unas diez células conocidas como células madre.

Estas son las células maestras del cuerpo y uno de los milagros de la biología. Ellas determinan la naturaleza y la organización de los miles de millones de células que transformarán una pequeña bolita llena de posibilidades en un pequeño bebé llorón al cabo de unos nueve meses.. ¡Y pensar que el espermatozoide de estos tipejos políticos nuestros fueron los primeros en llegar!..

En fin, lo acabo de leer

Joaquín




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