Así, los dos: tú, amores, yo poesía,
damos por oro a un mundo que despreciamos...
¡Tú, tu cuerpo de diosa; yo, el alma mía!...
Ven y reiremos juntos mientras lloramos.
--M. Machado--
Os aseguro que jamás me había preocupado del asunto. No, porque igual que todos mis congéneres machos, yo sobrellevaba el tamaño de los míos tan ricamente, sin complejos ni obsesiones.
Bueno, si acaso y por motivos obvios a su arrogante y solitario compañero de trío si le presté mucha más atención a lo largo de mi vida, aún se la presto. Supongo que cuando sepáis a quiénes me refiero me comprenderéis..
Los testículos, sí, que de ellos hablo, son la parte del cuerpo reproductor masculino que más veces han servido de mofa en mil chistes y peyorativas ofensas. Y es que, dentro del paquete sexual varonil, son los patitos feos de la familia. No me atrevo a mencionar ningún desdén para con ellos porque todos sabemos de muchos. Simplemente con llamarle a uno “güevón” ya está todo dicho. Los hay infinitamente peores, y lo sabéis..
El
motivo de aludir a semejante y delicada parte viril no es otro que
haber leído en un sesudo artículo, que un padre con
los testículos pequeños es un padre más comprensivo y
“apañao” con sus hijos. Es decir, es mejor padre que
otro que tenga los huevos gordos. Conste que esto, aunque
pareciera no tener nada que ver, según la ciencia si tiene su
porqué...
Resulta que siendo los testículos, como son, el
criadero de las llamadas hormonas masculinas (las más machotas de
todas) pues a menor contenedor menos testosterona y más feminidad
por tanto del padre. Lo que se traduce en más atención a sus hijos.
Ya veis, una cosa lleva a la otra.
Los testículos o gónadas de un adulto normal miden de media unos 6 cmts. de longitud por 3 cmts. de anchura. Todo lo que sea menor que eso, en teoría, produciría menos testosterona y su dueño sería un padre más menesteroso con sus hijos.
Es decir, que si el propietario del paquete escrotal lo tiene de mayor tamaño, sería este un garañón de mucho cuidado, dado a la incontinencia sexual y con tendencia a la infidelidad.
Por cierto, no hay correlación entre el tamaño de los testículos y el pene. Nada tienen que ver, cada uno va por libre. Sólo que el pene es el galán que atrae, el vistoso, el que da placer, el gallardo objeto del deseo de las damas.
Los pobres testículos, por el contrario, tan rugosos y tan feos, nadie le presta la más mínima atención, ni siquiera sus dueños. ¡Qué pena!..
En fin, espero que ningún padre que haya leído esto vaya corriendo al espejo a medirse el tamaño de sus cataplines para saber si ha sido indulgente con sus hijos. Entre otras razones porque a ciertas edades cuelgan más de lo debido y confunden; que me lo digan a mi..😒😒😒
Joaquín
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