sábado, 25 de abril de 2020

Mi vida en la terraza




Amiga...
Si alguna vez decides,
(quizás porque no te han ido bien las cosas)
decirme unas palabras;
quiero que sepas que sigo dispuesto.
Si consideras que lo vivido hasta ahora
no fue lo que pensabas 
y estás desengañada, aturdida;
debo decirte que estoy en condiciones
de hacerme cargo del timón
de tu nave encallada.
Navegaremos por mares azules y diáfanos
plagados de amores y entregas.
Subidos a la proa de nuestros destinos
volverás a sentir serenidad en tu alma..
Juntos descubriremos un nuevo mundo.
Por él deambularemos sólo los dos.
Le llamaremos, Reencuentro..
--Joaquín--

La definición más común de lo que es la felicidad aparecen en casi todos los diccionarios. Sería: “la emoción que se produce en un ser humano cuando cree haber alcanzado una meta”. Otras veces se dice que es una medida de bienestar percibida por un individuo y que influye en sus actitudes y comportamientos.
En cualquier caso no deberían ser estos los mejores momentos para alcanzar la felicidad abrumados como estamos por los efectos del virus. Al menos la felicidad colectiva, aunque esto no quita para que personalmente muchos sigan siendo felices, a pesar de todo.
Eso pensaba yo, sin embargo, si uno se da una vueltecita por la ciudad (por las tardes cuando el sol declina y baja el tío a ras del horizonte) quién diría que vivimos en un estado de alarma, o de sitio, que apenas sé distinguir una cosa de otra. Os aseguro que yo que lo hago me pareciera más bien una especie de verbenas al aire libre pero en las terrazas, que un obligado y apesadumbrado recogimiento casero.
Sé que la gente tiene que divertirse, faltaría más, y que tantos días encerrados da para mucho, sobre todo los más jóvenes de la casa. Y debe ser, también, que a los españoles no hay quien nos encierren por mucho tiempo y especialmente que nos silencien. Supongo que han vuelto a aflorar aquellos genes dormidos de nuestros antepasados. Sí, de cuando la gente hacían sus vidas y sus ocios en las puertas de las casas sentadas al fresco de la noche (en los pueblos), o en las corralas madrileñas de antaño.
Al anochecer aprovecho (bordeando un poco la ley) y busco, no precisamente el más cercano cubo de basura donde depositar mi bolsa de desperdicios del día, y os aseguro que es una gozada ir viendo y oyendo las acaloradas discusiones entre vecinos, las músicas de toda índole y a todo volumen de los más jóvenes, las tertulias vociferantes y a distancia entre comadres, y todo desde las modestas terrazas de los suburbios.
Lo sé, no queda otra, algo hay que hacer. Yo soy de costumbre muy particular y me paso gran parte del día leyendo o escribiendo, pero entiendo a los que hacen la vida en la calle. Os aseguro que muchas veces lo había pensado, ¿qué será estos días de esos y esas que están todo el día de cháchara en las tiendas, en las aceras, en las plazas, en los bares? Y ahora, deambulando por el medio de la calle mientras encuentro el cubo de basura adecuado lo veo, ¡han sustituido todo eso por las terrazas!. Es curioso, hemos vaciado las calles y llenado terrazas y balcones..
Y es ya un ritual, las tres primeras cuartas partes del anodino día debe ser que hay tareas particulares que nos absorbe el tiempo más o menos entretenidos, pero amigo, llega el final de la tarde y ya se acumula el cansancio, la tensión y el aburrimiento y la gente necesita bullicio y exteriorizar sus cuitas, y empiezan las verbenas.. No sé hasta qué intempestivas horas duran las veladas y corrillos terraceros porque yo me meto dentro y ya no los oigo. Supongo que no muy tarde, puesto que el tiempo climatológico no ha acompañado, pero si esto dura y llegara el calor, entonces me temo noches toledanas..
No quepa duda que vivimos días históricos, y no precisamente para vanagloriarse de ellos. Quizás todo esto nos valga como un paréntesis en nuestras agitadas vidas; vidas que rulaban sin parar desde que nacimos y que ahora por primera vez echamos el freno, al menos por un par de meses.. A ver qué sacamos de esto; me refiero emocional, sentimental y socialmente, porque del resto de las cosas ya sabemos del batacazo..
Joaquín

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