viernes, 17 de abril de 2020

Cautivo en nuestros corazones...



Amiga...
No sé si alguna vez se te ha ocurrido pensar en mi.
Yo si sueño con volver verte.
Desde que no sé de ti algo ha cambiado 
en mi vida; sin duda a peor.
De repente encontré la realidad y te juro
que no me gusta lo que he hallado...
A veces fantaseo que estás conmigo
y vuela mi imaginación al infinito;
eso me permite aguantar la angustia.
Otras veces me creo que eres tú la que me llamas
y cojo rápido el teléfono esperando oír tu voz
vacilante al otro lado suplicándome que vuelva,
que no puedes más.
Incluso imagino verte desde mi ventana esperándome,
inquieta y ansiosa por verme aparecer.
Pero enseguida se me hace real el pasaje,
y ante tu ausencia vuelvo, anímicamente vacío, 
a mis quehaceres.
--Joaquín--


Y escogió esta profesión porque sabia que no era para toda la vida, sino para toda la muerte. Así acababa el articulo del periodista Méndez Vigo que apareció en un diario de tirada nacional el 17 de abril de 1973. Iba dedicado a la muerte de un tal Nino Bravo.
Sí, tal día como ayer, pero de 1973, fallecía en un accidente de trafico, Nino Bravo. Fue en la carretera Nacional III, a la altura del pueblo de Villarubio, en la provincia de Cuenca. Luis Manuel Ferry Llopis, que así se llamaba realmente, sólo tenía 28 años y empezaba a ser el ídolo de masas que luego y de manera póstuma fue. Venia de su Valencia natal de participar en unos conciertos y actos promocionales, acompañado de tres amigos de profesión, y se dirigía a Madrid a grabar un disco. Un punto negro en la vía, un despiste y mucha mala suerte, se confabularon para terminar con su vida cuando más disfrutaba de ella.
Nino Bravo triunfó en 1969, después de varios fracasos, con la canción Te quiero te quiero, compuesta por Augusto Algueró. Y eso que ésa canción ya la habían grabado Carmen Sevilla y Raphael, y pasado, por cierto, sin pena ni gloria. Fue a partir de ahí cuando su fama creció como la espuma. Un año más tarde se presentó para la selección del festival de Eurovisión con Esa será mi casa, pero quedó en segundo lugar, después de Julio Iglesias y su Gwendolyne.
Y fueron pasado los años y editando álbumes; cada uno de ellos mejor que el anterior. Así vinieron canciones como Noelia, Un beso y una flor, Mi tierra, etcétera. hasta la apoteosis final con su cuarto y último álbum, donde incluye la canción Libre, su mayor exitazo. Después de muerto salió al mercado su disco póstumo que había grabado poco antes de morir. En él se incluía aquella canción tan escuchada América, América.
Cinco meses después del fallecimiento le hicieron un magno concierto de homenaje en la plaza de toros de Valencia ante más de 30.000 espectadores. Participaron entre otros, Mari Trini, Víctor Manuel, Formula V, Los Mismos, Bruno Lomas, Mocedades, Juan Pardo, Julio Iglesias, etc. etc. Todo lo recaudado fue para su esposa y sus dos hijas; la pequeña nacida en noviembre de ese mismo año 1973.
Nino Bravo fue un tipo honesto; encarnaba la sencillez más absoluta que supo transmitir a su vida profesional y familiar. La prueba de su grandeza es que aún, después de cuarenta y siete años de su muerte, lo seguimos queriendo y recordando como si fuera ayer.
Fue muy querido en España y especialmente en toda Sudamérica que le adoraban. Murió trágica y prematuramente como otros cantantes de aquella época, como su paisano Bruno Lomas o como Cecilia, en aquellas infernales carreteras de antaño. Yo me acuerdo perfectamente, y recuerdo, también,nítidamente el día de su muerte y el impacto que nos causó a todos, a pesar de mi corta edad.
De seguir vivo, Nino Bravo tendría hoy 75 años; aún dos años más joven que Raphael y que Julio Iglesias, los otros dos grandes iconos de nuestra canción melódica. Cuántas canciones, cuántos conciertos, cuántos buenos momentos de placer y deleite nos perdimos a partir de aquella aciaga mañana del 16 de abril de 1973; ¡era tan joven!..
Joaquín



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