Ver en todas las cosas
de un espíritu incógnito las huellas;
contemplar
sin cesar
en las diáfanas noches misteriosas,
la santa desnudez de las estrellas..
¡Esperar!
¡Esperar!
¿Qué? ¡Quién sabe! Tal vez una futura
y no soñada paz.. Sereno y fuerte,
correr esa aventura
sublime y portentosa de la muerte
--Amado Nervo--
Anatomía de Gray además de una exitosa serie de televisión es una enciclopedia de anatomía; la mejor y más completa que jamás se ha hecho del cuerpo humano. Su autor Henry Gray, fue un joven medico inglés que en 1853 empezó a escribirla a los 23 años. Tardó un montón en terminarla, pero mereció la pena; aún hoy es el manual de referencia de los anatomistas, incluidos los médicos forenses. Apuesto que D. Félix Capote tendría la suya en la estantería de su despacho..
Dicen los que han entrado en una sala de hacer autopsias que no es muy agradable de ver. Bueno, eso más o menos nos lo imaginábamos todos, pero es que además he leído, que no visto, que un cuerpo humano exánime encima de una mesa de disección no es nada, sólo carne de tono apagado, tendones y órganos sin vida desprovisto de color. ¡Cómo ven empiezo animado!..
En las Facultades de Medicina de las Universidades la mayoría de los cuerpos a diseccionar y estudiar se cortan en trozos para que los estudiantes puedan concentrarse en una determinadas zonas; pongamos por caso una pierna, un hombro o un cuello. Y no crean, nunca faltan gente que dona su cuerpo a la ciencia para que lo desguacen.
Pero este exceso de carne para estudio no siempre ha sido así de abundante y generoso. Hasta el Renacimiento estaba prohibido tajantemente diseccionar cadáveres. Leonardo Da Vinci lo hizo y puso en sus notas lo desagradable de la tarea. Vesalio, uno de los anatomistas más celebres, tuvo que robar cuerpos de asesinos ejecutados. O el mismo William Harvey, considerado uno de los padres de esta disciplina, estaba tan desesperado por encontrar sujetos que diseccionó a su propio padre y hermana.
Yo reconozco que la única relación que he tenido con este tema, y creo que ya lo conté una vez, fue la contemplación de un cuerpo inerte encima de la mesa de disección en el cuarto de autopsias del cementerio, aunque no sé si la habitación estaba especialmente para ese menester.
Fue a raíz de un macabro accidente con cuatro muertos ocurrido a la altura del Toro de Osborne. Al cementerio se llevaron de manera provisional los fallecidos, y yo en mi curiosidad de niño y gateándome a través de la ventana vi algo, no mucho, pero, ¡ojalá no lo hubiera hecho!..
Supongo que hoy en día a cualquier persona fallecida sin motivo definido le hacen la autopsia para saberlo, pero entiendo que antaño, y sobre todo en los pueblos, no era corriente hacerlas, así que imagino que muchos se irían al otro barrio sin saber nadie la causa de su muerte..
Desde luego qué poder sobre la vida y la muerte tenían los médicos de entonces. Ya me hubiera gustado leer el libro de memorias de D. Félix Capote. Lo digo porque era el forense de Fuente de Cantos en mis tiempos juveniles. Apuesto que hubiera sido todo un best seller local..
Por cierto, si tenéis ocasión y estómago ved la película “El ladrón de cadáveres” de 1945, con el gran Boris Kaloff de protagonista; está relacionada con este tema; os gustará.
Joaquín
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