jueves, 30 de mayo de 2019

Se llamaba Verónica y tenía treinta y dos años...






Se murió porque ella quiso;
no la mató Dios
ni el destino.

Volvió una tarde a su casa
y dijo con voz eléctrica;
por teléfono, a su sombra:
¡Quiero morirme
pero sin estar en la cama,
ni que venga el médico,
ni nada! ¡Tú cállate!.

¡Qué silbidos de venenos
candidatos se sentían!
Las pistolas en bandadas
cruzaban sobre alas negras
por delante del balcón.
Daban miedo los collares
que tanto se estrecharon.
Pero no. Morirse quería ella.
Se murió a las cuatro y media
del gran reloj de la sala,
a las cuatro y veinticinco
de su reloj de pulsera.
Nadie lo notó. Su traje
seguía lleno de ella,
en pie, sobre sus zapatos,
hasta las sonrisas frescas
arriba en los labios. Todos
la vieron ir y venir,
como siempre.
No se le mudó la voz,
hacía la misma vida
de siempre.
Cumplió diecinueve años
en marzo siguiente: <Está
más hermosa cada día>,
dijeron en ediciones
especiales los periódicos.

La heredera sombra cómplice,
prueba rosa, azul o negra,
en playas, nieves y alfombras,
los engaños prolongaba..
(Pedro Salinas)

Ya tenemos servido el triste asunto pasional de cada temporada que poder llevarnos a... conversaciones, tertulias, solidaridades y cotilleos varios, el affaire Verónica; esa chica madrileña de 32 escasos años que se suicidó hace un par de días por difundirse entre sus compañeros de trabajo un vídeo suyo con un alto contenido sexual..
Lo que ha transcendido a la opinión publica es que un antiguo novio le estuvo chantajeando con hacer público el pornográfico vídeo sino accedía a volver con él. Verónica estaba ahora felizmente casada con otro hombre y tenia un hijo pequeño.. La cinta, en la que aparece ella y su antiguo novio practicando sexo, circuló estos días pasados de móvil en móvil entre sus compañeros de fábrica sin que nadie supiera cómo ni quién las colgó en la red.. Si se sabe, por cierto, que el 80% de la plantilla, compuesta por más de 2.200 trabajadores llegó a babear con el vídeo, entre ellas muchas mujeres.. La policía investiga los hechos..
Este caso a todos nos trae a la memoria el otro aquel de la concejala del pueblo Toledo, Olvido Hormigos, pero con un final mucho más triste.. Olvido se repuso y supo sacarle provecho al mal gesto de su antiguo novio de publicar su vídeo; participó en diversos programas de la farándula ganando unos buenos dividendos; la pobre Verónica debió estar hecha de otra pasta, no pudo soportar la vergüenza de verse en boca de todos exhibiendo sus actos más íntimos..
Ya imagino a todo el mundo; a la “casta y pura” opinión pública española hacer aspavientos por consentir los compañeros de Verónica la atrocidad de visualizar el vídeo mientras se relamían de gusto y envidiaban al novio.. Si hubiera que linchar a los que miraron el vídeo y lo compartíeron con amiguetes lo haríamos sin contemplaciones, incluso no faltarían voluntarios para tirar de la soga hasta que expiraran esos pervertidos... Pero, ¿alguien en su sano juicio será capaz de obviar que él hubiera hecho lo mismo? ¿Es que nadie recuerda la de veces que compartimos entre amigos y compañeros de manera cómplice fotos, frases ofensivas y toda clase de vídeos, y nos reímos a mandíbula batiente?.. Evidentemente y previo al suicidio nadie era consciente del sufrimiento de la chica y menos aun del resultado final de esta amarga historia.. Bien es verdad que siempre los hay tan sumamente groseros y vulgares que incluso se acercaron al departamento de la chica a verla en persona y constatar que era ella la que se recreaba en esas escenas eróticas..
De todas maneras mucho camino nos queda por recorrer todavía hasta alcanzar cierta igualdad entre hombres y mujeres.. No es de recibo que a estas alturas del siglo más ilustrado y avanzado socialmente una mujer tan joven se quite la vida por cuestiones de sexo, exposición y vergüenza.. ¿Se imaginan que el afectado hubiera sido un trabajador masculino? ¿Alguien duda que no sólo no se sentiría dolido y abochornado, sino todo lo contrario, orgulloso y arrogante por su poder de seducción y vigor sexual?.. Yo no dudo desde luego..
Cada vez que alguien, --algún pequeño por acoso o mujer por asunto como este-- se quita la vida es un fracaso de la sociedad, pues todos, yo el primero, contribuimos con nuestras aún atávicas conductas machistas a condenar a la desesperación a personas frágiles.. Y es una pena también porque, las del suicidio son actitudes que se toman a la desesperada y que con nada que hubiesen aguantado la presión unos días hubieran sido perfectamente evitables.. En fin, descanse en paz Verónica y mucha suerte para su pequeño, que le va a hacer falta...
Joaquin Yerga



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