miércoles, 15 de mayo de 2019

En el único bar que vimos abierto...






No debiera morir quien no supiera.
Hay que morir así, flecha madura,
carne joven y rápida que dura
lo que dura una pena en primavera.

Hay que morir con gesto de frontera,
de golpe como empieza la locura,
como se entra, de oro, en la hermosura
La muerte: un árbol, una carretera.

Hay que morir con todo lo puesto,
intacta la noble pluma de ángel disidente,
el corazón sangrando de ironía,
la boca sin sabor a la hora exacta,
arañando lo eterno uña y diente,
los ojos preguntando todavía.
--Manuel Mantero--


Decía no sé quién --ahora no recuerdo-- que la calidad de vida de un país o ciudad se mide por el número de podólogos que hubiera en la zona. Es posible, la gente bien o medianamente bien suelen ser las que más visitan las consultas de estos facultativos. 
Recuerdo que hace unas décadas se decía lo mismo de los dentistas.. Pero debe ser que lo básico en cuanto a la salud ha pasado a ser prioritario, y eso nos pasa con los dientes que, aunque apenas tengamos un duro debemos quitarnos las caries, si o sí.. Y no pasa, sin embargo, con nuestros pies, que tiene que ser una cosa muy dolorosa para que vayamos a la pedicura, o disponer de mucha pasta y tiempo libre para hacerlo..
Con las librerías creía yo que pasaba lo mismo, que con la fama que tenemos los españoles de ser poco lectores, pocas iban a ver. Sin embargo, craso error, hay tantas como en cualquier país de Europa; otra cosa es saber cuánto facturan cada una de ellas.. De todas maneras los libros se compran ahora por Internet y en Amazon, así que habrá que mirar otros índices para comprobar el nivel de desarrollo de una ciudad.
Y qué hay de bares y restaurantes, aunque esto no conlleve más cultura. Pues que según los últimos datos somos el país del mundo con más locales de éste sector por número de habitantes. Y no sólo eso, sino que en cifras absolutas también debemos serlo, puesto que tenemos más garitos que el país más importante del planeta, los Estados Unidos de América.. Quiere esto decir que en España con 47 millones de sedientos bebedores tenemos tantos bares donde saciar nuestras resecas gargantas como en ése gran país, mucho más rico y con 330 millones.., ¡Somos la leche, reconozcámoslo!..
Oí decir una vez a Joaquin Sabina que sólo en la calle Atocha de Madrid había más bares que en toda Noruega. No sé si la calle Atocha es la favorita para este tipo de locales, ha venido a menos, pero tenemos la calle Ponzano, un kilómetro de calle y 75 bares y tabernas.. No digo más..
Definitivamente somos los españoles un pueblo curioso. Siempre nos han catalogado cuanto menos de exótico; ahora lo seguimos siendo, por aquello, y por algo más.. Antes nos veían, y algunos hacían miles de kilómetros para comprobarlo, como un país de aventuras extraordinarias: por nuestros bandoleros, por los toros, por las manolas o por las fogosas Cármenes. Hoy en vez de utilizar trenes y diligencias para acercarse a vernos, lo hacen con vuelos chartets, que desde todos los confines del mundo arriban a nuestra tierra en busca de sol, cervezas, juergas, y cosas peores..
Qué duda cabe que tenemos costumbres que no son las habituales en otras latitudes. Mantenemos aun tradiciones y hábitos que, por su rareza o salubridad, les encantan a millones de individuos de otros países.. Por unas cosas o por otras el caso es que, setenta y cinco millones de turistas se esfuerzan cada año en gastarse sus dineros aquí y eso siempre es de agradecer; no obstante deberíamos cambiar el modelo, según algunos está ya saturado..
Llevan los expertos en turismo años esforzándose en buscar alternativas al sol y playa, que se lleva el grueso del montante, y mira por donde nuestra grata costumbre de alternar en bares, chiringuitos y terrazas hasta altas horas de la madrugada les seduce sobremanera a los guiris y sus primos: por lo tanto ya tenemos alternativa a la playa; ¡No hay más que hablar!, ¡turismo de borracheras, cañas, tapas y cubatas en nuestras ciudades en invierno y en verano!.. No crean que es broma, los vemos a millares los fines de semana en Sevilla, en Madrid, en Barcelona o en Salamanca. Se ha corrido la voz de lo bueno que somos los españoles para la parranda, y jóvenes de todo el ancho mundo acuden a nuestras calles a ponerse “tibios” de todo lo que sea: beber, chupar, tocar, meter o esnifar, por decir algo suave...Bueno, quizás exagere un poco, pero no mucho...
Dicho queda...
Joaquin Yerga











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