En el único bar que vimos abierto...
No
debiera morir quien no supiera.
Hay
que morir así, flecha madura,
carne
joven y rápida que dura
lo
que dura una pena en primavera.
Hay
que morir con gesto de frontera,
de
golpe como empieza la locura,
como
se entra, de oro, en la hermosura
La
muerte: un árbol, una carretera.
Hay
que morir con todo lo puesto,
intacta
la noble pluma de ángel disidente,
el
corazón sangrando de ironía,
la
boca sin sabor a la hora exacta,
arañando
lo eterno uña y diente,
los
ojos preguntando todavía.
--Manuel
Mantero--
Decía
no sé quién --ahora no recuerdo-- que la calidad de vida de un
país o ciudad se mide por el número de podólogos que
hubiera en la zona. Es posible, la gente bien o medianamente bien suelen ser las que más visitan las consultas de estos facultativos.
Recuerdo que
hace unas décadas se decía lo mismo de los dentistas.. Pero debe ser que
lo básico en cuanto a la salud ha pasado a ser prioritario, y eso
nos pasa con los dientes que, aunque apenas tengamos un duro debemos
quitarnos las caries, si o sí.. Y no pasa, sin embargo, con nuestros pies, que
tiene que ser una cosa muy dolorosa para que vayamos a la pedicura, o
disponer de mucha pasta y tiempo libre para hacerlo..
Con
las librerías creía yo que pasaba lo mismo, que con la fama que tenemos los españoles de ser poco lectores, pocas iban a ver. Sin
embargo, craso error, hay tantas como en cualquier país de Europa;
otra cosa es saber cuánto facturan cada una de ellas.. De todas
maneras los libros se compran ahora por Internet y en Amazon, así
que habrá que mirar otros índices para comprobar el nivel de
desarrollo de una ciudad.
Y
qué hay de bares y restaurantes, aunque esto no conlleve más
cultura. Pues que según los últimos datos somos el país del mundo
con más locales de éste sector por número de habitantes. Y no sólo
eso, sino que en cifras absolutas también debemos serlo, puesto que
tenemos más garitos que el país más importante del planeta, los
Estados Unidos de América.. Quiere esto decir que en España
con 47 millones de sedientos bebedores tenemos tantos bares donde
saciar nuestras resecas gargantas como en ése gran país, mucho más
rico y con 330 millones.., ¡Somos la leche, reconozcámoslo!..
Oí
decir una vez a Joaquin Sabina que sólo en la calle Atocha de
Madrid había más bares que en toda Noruega. No sé si la calle
Atocha es la favorita para este tipo de locales, ha venido a menos, pero tenemos la calle Ponzano, un kilómetro de calle y 75 bares y tabernas.. No digo más..
Definitivamente
somos los españoles un pueblo curioso. Siempre nos han catalogado
cuanto menos de exótico; ahora lo seguimos siendo, por aquello, y
por algo más.. Antes nos veían, y algunos hacían miles de
kilómetros para comprobarlo, como un país de aventuras
extraordinarias: por nuestros bandoleros, por los toros, por las
manolas o por las fogosas Cármenes. Hoy en vez de utilizar trenes y
diligencias para acercarse a vernos, lo hacen con vuelos chartets, que desde todos
los confines del mundo arriban a nuestra tierra en busca de sol,
cervezas, juergas, y cosas peores..
Qué
duda cabe que tenemos costumbres que no son las habituales en otras
latitudes. Mantenemos aun tradiciones y hábitos que, por su rareza o
salubridad, les encantan a millones de individuos de otros países..
Por unas cosas o por otras el caso es que, setenta y cinco millones de
turistas se esfuerzan cada año en gastarse sus dineros aquí y eso
siempre es de agradecer; no obstante deberíamos cambiar el modelo,
según algunos está ya saturado..
Llevan
los expertos en turismo años esforzándose en buscar alternativas al
sol y playa, que se lleva el grueso del montante, y mira por donde
nuestra grata costumbre de alternar en bares, chiringuitos y terrazas
hasta altas horas de la madrugada les seduce sobremanera a los guiris
y sus primos: por lo tanto ya tenemos alternativa a la playa; ¡No
hay más que hablar!, ¡turismo de borracheras, cañas, tapas y cubatas
en nuestras ciudades en invierno y en verano!.. No crean que es
broma, los vemos a millares los fines de semana en Sevilla, en
Madrid, en Barcelona o en Salamanca. Se ha corrido la voz de lo bueno
que somos los españoles para la parranda, y jóvenes de todo el ancho
mundo acuden a nuestras calles a ponerse “tibios” de todo lo que
sea: beber, chupar, tocar, meter o esnifar, por decir algo suave...Bueno, quizás exagere
un poco, pero no mucho...
Dicho
queda...
Joaquin
Yerga
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