martes, 7 de mayo de 2019

Ha nacido una estrella...





No sé lo que he soñado

en la noche pasada.

Triste, muy triste debió ser el sueño

pues despierto, la angustia me duraba.


Noté al incorporarme

húmeda la almohada

y por primera vez sentí, al notarlo

de un amargo placer henchirse el alma.


Triste cosa es el sueño

que llanto nos arranca,

mas tengo en mi tristeza una alegría

¡Sé que aún me quedan lágrimas!

--Bécquer--



--Mira hacia el cielo-- --le dije a mi amiga aquella noche del verano pasado señalándole el firmamento--  -pues en una noche despejada de nubes como la de hoy puedes distinguir hasta 1.500 estrellas a simple vista, no más, ¿qué te parece?-- 

--Pues que debemos tener menos vista que los griegos antiguos, Joaquín, porque ellos eran capaces de distinguir unas 4.000-- --me contestó ella muy segura de sí misma-- -De todas maneras te diré que tenemos más suerte que ellos, pues con un simple telescopio podemos ver una docena de miles, y eso que sólo en nuestra galaxia, la “Vía Láctea” habrá unos 300.000 millones de ellas -- --sonrió-- 

Estábamos en la terraza de su casa y mirábamos un cielo precioso ésa noche. Yo había salido a fumar un cigarrillo y me deleitaba entre bocanadas de humo. Ella dejó a su marido recoger la mesa tras la cena y se acercó a la terraza conmigo.. 

--Te veo muy puesta en astronomía , Isabel-- --le manifesté con cierta ironía--

--Es un tema que me apasiona. Tú deberías saberlo-- --afirmó-- --ya sabes que hasta tengo un pequeño telescopio. Por cierto, ¿sabías que la más brillante de todas es aquella que ves allí?-- --me indicó señalándome con el dedo la que parecía más luminosa-- --es Aldebarán, una estrella del tipo gigante anaranjada, 450 veces más brillante que el Sol; la segunda es aquella otra Antares, en la constelación de Escorpio--

--No, no lo sabía. ¡Uy!, cuánto sabes, Isabel, jajaja. A mi me encanta mirar las estrellas, pero de ahí no paso-- --le dije un poco en broma--

--Lo sé, Joaquín, tú eres un romanticón y no te fijas en las frías cifras, pero mira qué cosas--insistió-- --si pretendiéramos hacer un plano a escala real de nuestro sistema solar y el Sol fuese una naranja, la tierra sería un grano de arena a una distancia de nueve metros. A trescientos metros del Sol (la naranja) colocaríamos un hueso de cereza que sería Júpiter, y a unos dos kilómetros un diminuto grano de azúcar que sería Plutón. La otra naranja, es decir, la próxima estrella, se situaría a tres mil kilómetros de distancia de la primera naranja, pero..--

--¡Joder!, Isabel, no me vuelvas loco-- --le respondí-- --son cifras mareantes, y el caso es que se ven tan juntitos todos en el cielo que no dan ideas de esas enormes distancias--

--Pues te digo más, amigo-- --me soltó, muy interesante ella-- --Siguiendo con la imposibilidad de representar en un plano el tamaño de, por ejemplo nuestra Vía Láctea, que es donde vivimos, sigue imaginando: Si un grano de sal fuese un estrella, necesitaríamos 10.000 paquetes de un kilo de sal cada uno y esparcirlas por toda la tierra y, eso sí, cada grano debería estar separado de otra docenas de metros.. Y si eso es nuestra galaxia ¡qué será el Universo con 300.000 mil millones de galaxias!.. En fin, no te canso más. Sigue mirándolas que yo voy a echarle una mano a mi marido--

Salió de la terraza y se metió dentro de casa. Al rato la oí desde lejos hablar con él, supongo que de cosas más mundanas. Yo terminé mi cigarrillo y me fui en busca de ellos. No obstante su explicación me dio que pensar..

Joaquín




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