sábado, 11 de mayo de 2019

Decía Rubalcaba...









Recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando:
cuán presto se va el placer,
cómo después de acordado
da dolor,
cómo a nuestro parecer
cualquier tiempo pasado
fue mejor..
(Jorge Manrique)

¡Dios mio, qué solos se quedan los muertos!.. reflexionaba Bécquer en sus maravillosos versos..
Aún tendremos días de recuerdos, de protocolo, de cámaras de televisión y muchos, muchos periodistas.. Aparecerán biografías suyas por doquier, fotos de cualquier época y compostura, algunos ensalzarán su vida y obra... todos sabremos de él y su pasado, pero llegará mañana, y entonces volveremos a olvidarlo.. pero antes..
Decía el propio Rubalcaba que en España enterramos muy bien. Se refería a que una vez fallecido el personaje lo ensalzamos con entusiasmo y delirio. Rápidamente olvidamos todo lo bueno y lo malo que haya hecho en vida, le perdonamos absolutamente todo y nos quedamos sólo con su carisma de hombre ilustre. Imagino que si pudiera ver su propio entierro corroboraría sus palabras punto por punto..
Sin ánimo de comparar, hicimos lo mismo con Adolfo Suárez.. Éste fue, quizás, el político más importante que hemos tenido en el siglo XX en nuestro país. Gracias a él y a otros muchos, entre ellos Rubalcaba, en España hemos podido disfrutar de cuarenta años de paz y prosperidad, y sentado los cimientos democráticos para otros cuarenta, como nunca jamás habíamos tenido en nuestra historia, y sin embargo fue olvidado, ninguneado y hasta vilipendiado durante los últimos años de su vida.. Eso sí, a su muerte enseguida desplegamos toda nuestra parafernalia fúnebre y lo enterramos como “Hombre de Estado”.. A Alfredo Pérez Rubalcaba, con su luces y sus sombras, reiteramos nuestro triste proceder, ya casi lo habíamos olvidado, pero se murió...
Ésta noche en el Congreso (nuestra casa colectiva) y en el salón de los “Pasos Perdidos” fue expuesto y velado por amigos y compañeros el cadáver de un hombre que lo fue todo y lo tuvo todo, en las más altas esferas del poder.. Fue un tipo consistente, de los de carisma, muy capaz de apreciar los grandes asuntos básicos del estado y pactar acuerdos con sus más afanados adversarios en aras del bien de España; dudo que los bisoños dirigentes políticos que se nos aparecen por el horizonte puedan siquiera emular su responsabilidad y sensatez..
Pero pasarán las pompas fúnebres, y los días, y nadie visitará su tumba, sólo sus allegados desfilarán un tiempo haciéndose mil preguntas sobre su pronta muerte.. Triste vida la nuestra que en soplo se esfuma todo lo que somos y aparentamos.. De cuán frágiles ladrillos estamos hechos que un santiamén no valemos nada.. Nosotros, que nos creemos inmortales, que abusamos, despreciamos, hundimos, arruinamos vidas; que nos esforzamos en machacar a los demás como única manera de sobrevivir suplantando incluso el poder omnímodo de Dios en nuestra soberbia, resulta que en un fugaz instante volvemos a lo que fuimos, es decir, a la nada... 
Seguía diciendo Jorge Manrique...

Ved de cuan poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos;
que en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdemos.
Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos,
¿qué son sino corredores,
y la muerte es la celada
en que caemos?

Esto va por la reflexión que nos hacemos siempre y oímos en boca de todos cuando muere un conocido.. “No somos nadie”... Cuesta entender la insustancialidad de la vida y la delgada línea que nos separa de la nada más absoluta.. En fin, que en paz descanse Alfredo Pérez Rubalcaba.. ¡Ojala! siga velando por nosotros los españoles, para que esta nave que llamamos España siga navegando mucho tiempo con el mismo rumbo que él ayudó a  trazar...
Joaquín Yerga

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