Así murió, junto a la fuente inquieta
en que como un dolor temblaba el agua,
la lírica y romántica coqueta,
amante de aquel inmenso poeta.
Y si queréis saber dónde reposa
la que tan alto galardón tenía,
tomad una vereda misteriosa
hacía el jardín aquel.., y sabiamente,
arrancadle el secreto a la armonía
melancólica y cauta de la fuente.
--Agustín Acosta--
"He sido prostituta, pero he amado. Sí he amado sinceramente, aunque nadie ha correspondido jamás a mi amor. Este es el verdadero horror de mi vida.. Es malo tener corazón cuando se es una prostituta.. Se puede morir de eso"..
Son palabras textuales de Margarita. Me las confesó un día que estuve con ella, poco antes de morir...
Dejadme, por favor, que os cuente su historia:
Margarita llevaba siempre consigo un ramo de camelias blancas, salvo los días en los que encontraba indispuesta (por sus cosas de mujer) que las camelias eran rojas. Sus amantes lo sabían.
Un día apareció en su vida mi amigo Alejandro, un joven apuesto y aprendiz de escritor que se enamoró de ella a morir.
Con la posición y fortuna que había adquirido a través de sus ricos amantes, Margarita acababa de instalarse en un bonito y espacioso apartamento de la rue Madeleine de París. Allí la conoció mi amigo.
Era hermosa: alta, delgada, cabello negro, tez blanca y ojos brillantes (tal vez por la fiebre de la tisis que la consumía) labios rojos y maravillosos dientes. A pesar de su vida de prostituta, su rostro expresaba algo de virginal, ingenuo, casi infantil..
Un amigo mío que la trató más que yo, me contó una vez de ella:
"Poseía un encanto incomparable. Era esbelta, delicada y graciosa.. Su rostro presentaba un óvalo angelical, sus ojos oscuros poseían una melancolía acariciadora, su tez deslumbrante, y por encima de todo tenia un cabello precioso.. ¡Oh! aquel fino y sedoso cabello oscuro"..
Margarita y Alejandro, (a pesar del disgusto de su padre que no estaba de acuerdo con la relación) pasaron días felices.
En una ocasión ella sufrió un acceso de tos y se retiró a su habitación. Alejandro la siguió y vio como escupía sangre en su pañuelo. Preocupado le propuso matrimonio, pero ella rechazó el ofrecimiento por precipitado, y por su bien:
--Ya sabes que no tengo buena reputación---le dijo
Pasaban mucho tiempo juntos, aunque ella no dejó de alternar con sus amantes que le costeaban sus enormes gastos.. Todo iba bien pero, con el tiempo mi amigo fue cogiendo unos celos terribles.
Un día salieron del bullicio de París y se instalaron en una casita de alquiler en el campo. Dos semanas aguantó Margarita, pronto regresó a la ciudad a verse con sus amantes. Muy enfadado con ella, Alejandro salió de viaje y pensó no verla más.
Una mañana recibió una carta de Margarita en la que le decía que fuera urgente a verla porque se moría. Le contaba que tuvo que volver a la ciudad desde el campo porque prometió al padre de Alejandro (que fue a verla) dejar la relación por el bien de su hijo..
--Si de verdad amas a Alejandro renuncia a él.. Vas hacerle perder su porvenir---casi le había suplicado su padre.
Ella accedió a los deseos del viejo, aunque amaba a su hijo con locura.
Cuando Alejandro regresó deprisa a Paría, Margarita ya había muerto.
Atormentado vino a verme. Me insistió que le ayudara a trasladarla a otra tumba más suntuosa y así aprovechar para verla. Lo vi muy desesperado..
Las autoridades no le dieron permiso para hacerlo y yo creí que se moría.. Jamás la olvidó.. Está enterrada en una tumba en la que nunca faltan camelias blancas.. Él murió poco después. Pidió ser enterrado frente a ella. De sus flores me encargo yo..
Por cierto, no os lo he dicho, ella se llamaba Margarita Gautier (la Dama de las camelias) y mi amigo Alejandro Dumas. Claro que, quizás conozcáis ya la historia..
Está basada en hechos reales..
Joaquín