sábado, 15 de julio de 2023

Mi último beso en el parque Zurbarán





Yo la amé, y era de otro que también la quería.

Perdónala, Señor, porque la culpa es mía.

Después de haber besado sus cabellos de trigo,

nada importa la culpa, pues no importa el castigo.

Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo,

mis labios están dulces por ese amor amargo.

Ella fue como un agua callada que corría...

Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.

--José A. Buesa--



Se puso seria cuando le hice la pregunta. Yo sabía que el asunto le escocía; por eso no me sorprendí cuando me soltó tajante:

---Solo te llegas a enamorar una vez, Joaquín, el resto de la vida es una búsqueda de alguien por quien puedas sentir lo mismo que ya habías sentido. 

Me cogió preparado para responderle. Ni dudé un segundo. La miré a los ojos y le dije:

---No estoy de acuerdo, Pepi, la gente no se enamora una sola vez. Sé de algunos que han llegado a querer a dos mujeres con la misma pasión.

No la convencí, desde luego, más bien al contrario, no se amilanó. Tenía las ideas bien claras en esto. Así que volvió a la carga:

---El enamoramiento es una etapa donde idealizamos a la otra persona y eso no lo puedes sentir siempre.. Amar es una decisión vital del subconsciente y a nadie amarás de la misma manera.

Apenas recuerdo cómo empezamos la conversación. Sólo sé que era verano, que estábamos los dos sentados en el poyete del Zurbarán, casi en penumbras, que apenas había nadie, acaso una pareja furtiva besuqueándose enfrente nuestra, a lo lejos, y que era ya muy tarde. 

Quise zanjar la polémica conversación. Quizás temí que hiriera mis sentimientos con sus palabras si hurgaba demasiado. Le respondí sonriendo:

---Me rindo, cariño. Tal vez tengas razón, no se puede amar muchas veces con la misma intensidad de la primera, pero admíteme que cada persona es un mundo y se le quiere, aunque sea de otro modo.

Ella entendió mis ganas de poner punto final a la pequeña discusión. Una vez me confesó que estuvo enamorada de veras y que no había vuelto a sentir lo mismo por nadie; tampoco por mí, aunque salíamos juntos desde hacía más de un año. 

El que no me amara como yo a ella no impidió que volviéramos a besarnos con fruición. 

Joaquín



                                                                       

                                                                            








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