La cuerda
cortada puede volver a anudarse,
vuelve
a aguantar, pero
está
cortada.
Quizá
volvamos a tropezar, pero allí
donde
me abandonaste no
volverás
a encontrarme.
--B. Brecht--
Deberíamos enfocar la atención en los ojos de quien nos habla, y no sólo como gesto de nobleza, que también, sino, porque los ojos que miran atraen y retiene nuestro interés. Además, eso nos hace ser menos consciente de lo que está sucediendo a nuestro alrededor.
Por cierto, ¿Cuántas veces ensimismados en alguna tarea u objeto, de pronto percibimos que alguien nos mira? Hemos girado la cabeza y, efectivamente, hemos visto que un hombre o una mujer tiene su mirada clavada en nosotros ¡Cómo coño lo hemos sabido!.
Las miradas que nos echan a hurtadillas pueden ser de intimidación, admiración y hasta de compasión, aunque el haberla detectado no deja de sorprender. Desde luego, pareciera que tuviéramos un sexto sentido.
He de confesaros que más de una vez he advertido esa mirada furtiva. Incluso una de ellas enseguida supe que era de admiración. Con el tiempo la dueña de esa mirada me dio mucho juego.
En realidad, la mirada es la leche, las más de las veces no hace falta decir ni pío, lo dice todo. El contacto visual directo con otra persona es la más frecuente y poderosa señal no verbal que Dios nos ha dado. Supongo que estaréis de acuerdo, ¿no?..
En fin
Joaquín
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