Con paso tardo, caminando a tientas,
vengo otra vez a ti, porque me mientas
un poquito de amor
que me conforte en la suprema marcha,
antes que nieve sobre mi la escarcha
de un hondo desaliento abrumador.
Yo no puedo vivir sin un afecto
que alumbre y guie mi camino recto
con un dulce fulgor;
por eso, con la angustia de un sollozo,
retorno a tu lado, trémulo y lloroso,
a repetirte mi canción de amor.
--Facundo Recalde-- (siglo XIX)
La historia está plagada de curiosas paradojas; así, al menos, resulta una irónica coincidencia que el último emperador de Roma, Rómulo (475-476) apodado Augústulo (emperadorcito) dada su corta edad, llevase el mismo nombre, Augusto, que el fundador de este enorme y duradero imperio, que dominó al mundo durante 1.200 años.
Pero resulta más irónico aún que fuesen los hérulos, la tribu más pequeña de los pueblos bárbaros del norte, los que le dieran la estocada final al gigante, decadente y moribundo en el que se había convertido por entonces el Imperio Romano de Occidente..
No sé por qué, pero me da la impresión que Europa se encuentra en la misma decadente situación que el Impero Romano con Augústulo, a punto de que nos den la estocada final, sólo que ahora no son los hérulos, ¿llegarán del sur con otra cultura y otra religión los nuevos hérulos? ¿acaso del este con armas atómicas? ¿tenemos al enemigo en casa por nuestra estupidez buenista?. En fin, no sé, el caso es que vamos en picado y nosotros los españoles liderando esa caída..
Joaquín
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