Entre los
áureos rizos,
por el amor
deshecho,
yo vi calientes,
húmedos,
brillar tus ojos
negros.
Sin desmayas,
erguidos,
redondos, duros,
tersos,
temblaron los montones
de
nieve de tus pechos.
El clavel de
tus labios
brindaba miel de besos
y
fue mi boca ardiente
abeja de sus
pétalos
--Enrique de Mesa--
Canibalismo es una palabra cuyo significado lo tenemos bien clarito, “comer carne humana”, aunque no debería ser lo correcto, puesto que, antropofagia es la que mejor define esa acción.
Los caníbales eran unos indios que habitaban las islas más al norte del mar Caribe, en América, que practicaban ritos antropofágicos. Los españoles al conocer sus costumbres y propagarlas a los cuatro vientos contribuyeron a que su nombre fuera sinónimo de, “comedor de carne humana”.
Pero, curiosamente los caníbales habidos en la historia, repartidos por los cuatro continentes habitados, no comían carne por necesidad de alimentarse, sino por ritos iniciáticos. Así en algunas tribus africanas los vencedores se comían el entrecejo del vencido porque equivalía a adquirir la facultad de mirar a los ojos de los adversarios sin pestañear, devoraban el corazón y el hígado para adquirir su fortaleza, y hasta las palmas de las manos en la creencia de que así tendrían piernas y manos más fuertes..
Los españoles hemos sido pioneros en ver y soportar estás inquietantes costumbres, no en vano llegamos los primeros a América, a Filipinas o ciertas partes de África, donde abundaban tribus caníbales. Y hasta pagamos nuestro tributo en sangre por tratarlos, sin ir más lejos, a Magallanes se lo zamparon unos indígenas filipinos, o al extremeño Pedro de Valdivia, del que hicieron buena cuenta de sus órganos los indios araucanos de Chile. Su cuerpo sirvió de cena en una noches de orgía caníbal..
En fin, qué cosas..
Joaquín
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